La recesión dispara los números rojos
La economía británica se contrajo un 6% en el año fiscal 2009- 2010, provocando una caída de los ingresos del Estado y un aumento del gasto público para atender las necesidades sociales debido al aumento del paro. Eso significa que al final del ejercicio, el Tesoro tuvo unos ingresos de 541.000 millones de libras (al volátil cambio de estos días una libra equivale a 1,15 euros) y unos gastos de 704.000 millones de libras. Es decir, un déficit fiscal de 163.000 millones de libras, equivalente al 11,8% del PIB anual generado por la economía británica. Para hacerse una idea de la magnitud de esa cifra, el déficit público máximo considerado aceptable en la UE es el 3%.
Para cubrir ese déficit, el Tesoro recurre a las emisiones de deuda pública. El problema para Reino Unido es que en los últimos años, a pesar de la bonanza económica, el Gobierno laborista ha recurrido a menudo a los mercados de deuda pública para cubrir sus cuantiosas inversiones para mejorar los servicios públicos como sanidad, educación o transportes.
Los conservadores acusan a los laboristas de no haberse preocupado por reparar el techo en los buenos tiempos, cuando la economía británica crecía más que la media europea gracias a los sectores inmobiliario y financiero. Los laboristas se defienden con el argumento de que, tras 18 años de sequía inversora en los servicios públicos durante la etapa de Margaret Thatcher y John Major, no había más alternativa que tirar del gasto público para reformar esos servicios esenciales.
Los observadores neutrales aceptan que había que invertir mucho dinero público, pero cuestionan la eficacia de esas inversiones.
La consecuencia es que Reino Unido afronta una deuda pública acumulada de 890.000 millones de libras (1,02 billones de euros), equivalente al 60,2% del PIB, cuando hace dos años apenas superaba el 35%. Según las estimaciones del Tesoro, la deuda seguirá creciendo en los próximos años y alcanzará el 75% del PIB en el ejercicio fiscal 2014-2015. A partir de entonces debería empezar a bajar, hasta situarse por debajo del 40% a partir del año fiscal 2031-2032.
El debate político-económico se centra, pues, en cómo reducir el déficit público y, en paralelo, la deuda pública. Todo eso en un contexto de moderado crecimiento. El Tesoro estima que ese crecimiento no llegará al 1,25% este año y que en 2011 se situará entre el 3% y el 3,5%. Una previsión que muchos consideran demasiado optimista. El Instituto Nacional de Investigación Económica y Social pronostica un crecimiento del 2% en 2011 y del 2,2% en 2012, lo que cuestionaría las actuales previsiones de reducción de los déficits públicos.
En el último trimestre, la economía creció un 0,4%, pero en el primer trimestre de 2010 tan sólo un 0,2%, aunque el dato es aún provisional. El paro afecta a 2,5 millones de trabajadores (8%) y se estima que, a pesar de la recuperación, llegará a 2,7 millones (8,7%) durante 2011.
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