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El aval del Banco de España no logra desbloquear el proceso para la fusión

Cuatro horas y media de reunión no sirvieron para que Caixanova moviese ficha. En ese tiempo y ante la conselleira de Facenda, la caja se sacudió ayer la presión del Banco de España despachando el sexto encuentro con Caixa Galicia sin moverse un milímetro de su postura. Esas eran las instrucciones que llevaban desde Vigo los miembros del equipo negociador. La caja quiere el mando. Eso incluye ocupar la mayoría en el consejo que administrará la transición (durante cinco años, aunque se podrían rebajar a tres).

Pero la pelota, y la presión, están ahora en su tejado. Lo dicen fuentes cercanas a la caja: "Lo que ocurrió el martes [cuando el Banco de España avaló la solvencia de la unión] fue un jarro de agua fría para el equipo de Gayoso". Su principal argumento -que la suma de ambas daría lugar a un conglomerado casi inviable- ha sido cuestionado por el regulador bancario, y ahora Gayoso tendrá que explicarlo ante su consejo, que hoy se reúne en Ourense.

Pero Caixa Galicia no lo vio del todo negro. Detectó "tímidos avances", tras el tira y afloja de la reunión. De la reclamación inicial de controlar el 70% de los órganos de gobierno de la caja única, los representantes de la entidad del sur habrían solicitado ahora una mayoría cualificada en las decisiones del futuro consejo de administración. Entre los protagonistas, Óscar Rodríguez Estrada, hombre de confianza de Gayoso, tuvo ayer un papel más relevante que en otras ocasiones. Sin embargo, hasta la propia conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, constató que hay "pocos avances y muchas diferencias", según fuentes de las entidades.

Sobre la mesa no sólo está el reparto de poder, dulcificado bajo el eufemístico término de gobernanza, sino también la ubicación de la entidad resultante. Caixanova sugiere ahora una sede itinerante entre A Coruña y Vigo, ciudades que se alternarían para albergar el cuartel general de la caja, frente a la alternativa de Caixa Galicia: un centro operativo en Santiago.

La mediación del Banco de España al respaldar los números de la fusión (1.162 millones del FROB, cierre de 204 sucursales y 997 prejubilaciones) puede llegar a ser mayor si ambas entidades siguen enrocadas. Las dos cajas podrían pedir la mediación de la autoridad monetaria para establecer unos parámetros básicos de gobierno de la caja resultante. Para no llegar a ese extremo, hoy continuarán los encuentros en un día en que ambas celebran sus consejos de administración.

Desde el plano político, el presidente de la Xunta instó ayer en el Parlamento a los socialistas a firmar su apoyo definitivo a la fusión, que ve posible cerrar en dos días. "Se le acabaron las disculpas porque ya no es un negocio ruinoso", espetó Feijóo al líder de los socialistas. "Lleva seis meses diciendo que el Banco de España, el Consejo de Estado y que todo lo demás estaba manipulado por el PSOE, que impedía la fusión", contrarrestó Vázquez, que evitó pronunciarse sobre el guante que le lanzó el presidente de la Xunta. El líder de los socialistas dijo que hablará "cuando toque y haya que hacerlo, y ganas tengo", dejó caer.

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Quien sí habló fue UGT en Caixanova destapando la rocambolesca situación que nadie se atreve a despejar. Su sección sindical presentó una carta recordando que el mandato de la mitad de los órganos de gobierno vence este junio. "Exigimos su renovación", reza la misiva. En ese cambio entraría el propio Gayoso.

La posición "inalterable" de Caballero

"Inalterable e inamovible". Es la postura que ayer expuso el alcalde de Vigo sobre la fusión de las cajas. El socialista Abel Caballero sabe que no cuenta con el apoyo de su partido pero se reafirma en que, o Caixanova absorbe a Caixa Galicia, "o continúa sola".

Para él, la fusión es una de las muchas posibilidades que tiene la caja presidida por Julio Fernández Gayoso, que "no necesita ayudas para seguir sola". Ayer pasó de puntillas por el anuncio del Banco de España, que recomendó a ambas que solucionen el reparto de poder y avaló que los números cuadran. Sus dardos se concentraron en la Xunta, a quien acusó de "redoblar la presión con todas las palancas que puede".

Desde las filas nacionalistas, que siguen viendo a Julio Fernández Gayoso como el principal obstáculo para el acuerdo, Guillerme Vázquez pidió que sea Feijóo el que emplee "todas las armas políticas que legítimamente tiene en su mano", para hacer ver a los directivos que "no tolerará que se boicotee la fusión por apetencias personales". Entre esas armas de persuasión estaría la Lei de Caixas, congelada desde que el Gobierno la recurrió al Tribunal Constitucional y que podrían ser el último cartucho de la Xunta para obligar a Gayoso a que modere sus pretensiones de mantener al actual consejo de administración durante cinco años más, incluido él mismo.

El pesimismo sobre el estado de la negociación también marcó el mensaje de la patronal. Desde la CEG, su presidente Antonio Fontenla recordó que, sin no hay acuerdo, "alguien tendrá que explicar por qué no se produce".

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