"Que odien ser futbolistas"
Piqué, guía del Barça dentro y fuera del campo, reclama un Camp Nou encendido para que el Inter "se sienta solo"
Ha pasado de limpiabotas a referente. Gerard Piqué (Barcelona, 1987) es una de las guías del Barça, la versión moderna, alegre y optimista de club. No hace tantos años que el defensa central, entonces en el filial del Manchester United, embadurnaba de betún sus botas y las de Giggs o Scholes. Ahora, la afición azulgrana le venera y el equipo le confía la difícil tarea de iniciar las jugadas. Socio del Barça desde que nació y futbolista de grandes retos, atiende, divertido y desafiante, al duelo con el Inter. Y lo agita con su discurso, confiado y culé, en la línea de Stoichkov y Eto'o, aunque sin ser tan populista: "Espero el mejor Camp Nou de la historia", remarca; "que los jugadores del Inter odien la profesión de futbolista durante 90 minutos".
"Ya era hora de que el culé dejara de sentirse pesimista"
Piqué engancha con la afición porque defiende bien, da salida a la pelota y, cuando se le requiere, rompe con lo ortodoxo y otorga un punto de locura. Todo empezó el año pasado en las semifinales de Stamford Bridge, cuando Pep Guardiola, necesitado de un gol, le exigió actuar de delantero centro, como hacía Cruyff con Alexanco y Nadal. "Me gusta jugar en el área rival", dice con picardía Piqué, de olfato desarrollado. De ahí, que el curso anterior marcara tres goles, que en este cuente otros tres y con la selección española cuatro en 14 encuentros.
"Piqué es un fenómeno, el futuro del Barça", resalta Puyol; "lo mejor es su mentalidad ganadora". Bien lo saben sus amigos del colegio, que aún le pican cuando le ganan alguna partida al Pro Evolution Soccer de la PlayStation, el padel, el tenis o el golf, su última pasión. "Nunca pierdo", dice Piqué, negando la evidencia.
Da la casualidad de que a Geri, como le llaman en el vestuario, se le dan de maravilla los grandes desafíos. Así lo demostró en el Manchester, cuando resolvió con una rabona la final de la Copa de filiales de 2005 ante el Tottenham. También brilló con el Manchester en la Champions de 2008 -ha ganado los dos últimos títulos-, cuando marcó dos goles, uno en su debut, ante el Dinamo de Kiev, y otro frente al Roma. O con el Barça, cuando, en funciones de delantero, peleó un balón en la final de la Supercopa ante el Shakhtar y otro frente al Estudiantes en el Mundial de clubes que valieron los goles definitivos de Pedro. Al Inter ya le metió un tanto en este curso y al Madrid, en el anterior, en el sonoro 2-6, cuando enseñó el escudo del Barça al Bernabéu. Muchos no se creyeron su progreso. "Siempre confié en mí", responde. Por eso nada más fichar por el Barça dijo que había vuelto "para ser titular".
Piqué es una pieza capital en el equipo. Ha disputado 2.162 minutos en la Liga, sólo por detrás de Valdés y Xavi. Ha participado como titular en 10 de los 11 duelos de la Champions. Nadie le discute el puesto, por más que estén Puyol, Milito, Márquez o Chigrinski. "Le admiro", admite Milito. Su trascendencia fuera del campo también engorda. Su libro -Viatge d'anada i tornada (Viaje de ida y vuelta)- ha sido uno de los más vendidos por Sant Jordi, es la portada de la revista Mens Health, le han ofrecido hacer de modelo en varias pasarelas y es la imagen de las Galletas Príncipe.
Quizá por eso alzó la voz para reclamar la atención de los aficionados en un partido en el que Alves y él están apercibidos de suspensión. "El público, parte del equipo, da más fuerzas. Deben hacernos sentir mejores jugadores y que el Inter se sienta solo", arengó; "podemos remontar. Que nadie dude de que daremos un extra cuando estemos en un momento agónico". Y remató: "Hay que ser ambiciosos e ir a por el tercer gol o el cuarto. Ya era hora de que el culé dejase de ser pesimista". Piqué, al que Eto'o dijo "yo te he hecho grande", es una referencia y actúa como megáfono.
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