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Columna
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Un río de candidatos

El PSOE andaluz quiere adelantar a mayo la designación de sus candidatos a alcalde en las ciudades mayores de 50.000 habitantes en las que no gobierna y en Sevilla, tras la salida de Alfredo Sánchez Monteseirín. El anuncio supone un avance importante en la nominación de los alcaldables, por lo que ya sólo falta tener alcaldables para poder luego nominarlos. Qué tiempos aquellos en los que había codazos para encabezar las candidaturas socialistas en unas elecciones municipales. Se reunían cuatro militantes y al menos tres de ellos aspiraban a ser alcalde. El PSOE, en sus buenos tiempos, disponía de un candidato guerrista, otro renovador, un tercero de consenso, un cuarto paracaidista y, a veces, hasta un independiente. No como en los últimos años, cuando el alcaldable terminaba siendo el único que quedaba después que los demás salieran huyendo.

Todo hace indicar que los socialistas quieren para esta ocasión dirigentes con la moral del Alcoyano, que se mantengan en el cargo ganen o pierdan. Como lo previsible es que en muchos municipios ocurra lo segundo, para las próximas municipales el PSOE pretende llevar a los ayuntamientos a los mejores portavoces de la oposición que encuentren entre sus filas, con la esperanza de que, transcurrida la legislatura, se conviertan en candidatos con futuro para las elecciones de 2015. Se trata de acabar con la limitación de mandato que se habían impuesto los últimos alcaldables y que consistía en que si no alcanzaban el sillón en el primer asalto, salían corriendo antes incluso de las primeras de cambio.

Como norma general, ahora el que quiera ser alcalde tendrá que firmar un contrato que incluya como mínimo dos intentos. Si en el primero falla, deberá esforzarse durante cuatro años para optar a la reválida. Se trata de una especie de oposiciones a notario, pero en política. El PSOE quiere acabar con la portabilidad del alcaldable, que solía meter en la letra pequeña de su compromiso una cláusula por la que se garantizaba otro destino si las cosas le iban mal. Para esta ocasión, los socialistas tienen una estrategia. De futuro, pero al menos es estrategia.

Cuando el PSOE ganaba las elecciones municipales, el candidato a la alcaldía en las grandes ciudades solía tener escaso poder orgánico, ya que a la hora de su nominación se primaba su proyección social. Los codazos internos y los enfrentamientos se producían a partir del segundo puesto de la candidatura y se iban reproduciendo hasta el número de la lista que coincidía con el necesario para obtener la mayoría absoluta. La situación era tan boyante, que se buscaba incluso un dirigente de postín para cerrar la lista. Con la llegada de las vacas flacas, allá por el año 1995, el proceso de elección de candidato se vició. Y en vez de pelear por ir en el primer puesto, los dirigentes más conocidos se peleaban por cerrar la candidatura. De ahí que, tras un largo proceso de descartes, se acababa presentando siempre el mismo: el secretario general del respectivo municipio.

La decisión del PSOE de adelantar la nominación de candidatos supone un contratiempo para los periodistas, ya que se recorta en varios meses uno de los principales entretenimientos que tiene este oficio. La quiniela de los candidatos. Menos mal que los partidos políticos, que están en todo, nos acaban de sacar una nueva polémica para que no nos aburramos. Se trata del debate sobre dónde nace el río Guadalquivir, si en la comarca almeriense de los Vélez o en Quesada (Jaén) como se ha sostenido históricamente. Una problemática que tiene en vilo desde hace meses a la mayoría de los andaluces. En las colas de las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo no se habla de otra cosa desde que despuntó la crisis. Y los partidos políticos, siempre atentos al clamor de la calle, han decidido sacarnos del sinvivir que nos está provocando esta duda.

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