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Cameron pide un Gobierno fuerte para evitar al FMI

El líder 'tory' siembra la alarma ante una coalición de laboristas y liberales

La campaña electoral británica entró ayer en territorio dramático. El Partido Conservador dirigido por David Cameron abrazó el tremendismo al alertar de que los mercados temen que el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendrá que acudir al rescate de la economía británica si de los comicios del 6 de mayo no surge un Gobierno fuerte: una forma alarmista de intentar atajar el ascenso de los liberales-demócratas, que puede privar a los tories de la mayoría absoluta.

Para Gordon Brown, el drama llegó a partir de los datos económicos: un inesperado repunte del desempleo elevó a 2,5 millones el número de parados en el conjunto del país, la cifra más alta desde 1996, y al 8% la tasa de desempleo. Aunque mejor que las tasas de paro de Estados Unidos (9,6%) y la zona euro (10%), es un mal dato con dos derivaciones malas y una buena. La buena es que refuerza la posición de los laboristas de que la recuperación económica es aún frágil y sería un error empezar a recortar el gasto público como proponen los tories. Las malas son que minan sus opciones para defender la eficacia de la gestión de su Gobierno para salir de la crisis y refuerzan las acusaciones de los conservadores de que elevar las cotizaciones sociales hará más difícil crear empleo.

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Para los liberales-demócratas fue un día con claroscuros. Por un lado, sufrieron el bochorno de que el diario The Sun revelara que un taxista encontró las notas manuscritas de un asesor de Nick Clegg aconsejándole cómo debía actuar en el debate electoral del jueves pasado. El bochorno fue el hecho de que los liberales extraviaran las notas, más que los consejos. Estos básicamente le instaban a que utilizara frases cortas y directas y que fuera lo más natural posible.

También le aconsejaban que dejara muy claro que aunque los liberales están en contra de la renovación el programa de submarinos portamisiles nucleares Trident eso no significa que apoyen un desarme unilateral, sino que quieren encontrar fórmulas más económicas de lograr ese objetivo. Clegg obtuvo ayer un significativo espaldarazo a esa posición, uno de los puntos de su programa más atacados por tories y laboristas: en una carta en The Times, cuatro generales retirados defienden la necesidad de un debate público sobre el Trident y advierten que los 92.000 millones de euros que costaría su renovación pueden ser más necesarios en otras áreas estratégicas de la defensa.

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Los conservadores también vivieron momentos ambivalentes. Desde un sorprendente sondeo de ComRess que les sitúa nueve puntos por delante de los otros dos partidos (35% frente a 26%) a otro de YouGov que vuelve a situar a los liberales-demócratas al frente (34%), por delante de conservadores (31%) y laboristas (26%). Un tercer sondeo, de Ipsos MORu, sitúa empatados a conservadores y liberales (32%) delante de los laboristas (28%). O desde la publicidad más bien positiva de que un joven gamberro le lanzara un huevo a David Cameron, con escaso éxito, a la catarata de críticas por las declaraciones de dirigentes conservadores alertando de que los mercados temen que el FMI deberá acudir al rescate de la economía británica si de los comicios del 6 de mayo no surge un Gobierno fuerte. Es decir, si los tories no consiguen la mayoría absoluta por culpa del ascenso de los liberales.

"No sé si es una metedura de pata o simplemente una estupidez", respondió el ministro del Tesoro saliente, el laborista Alistair Darling, en un debate con los aspirantes a sucederle, el conservador George Osborne y el liberal-demócrata Vince Cable. "Alarmismo de la peor especie", opinó Cable. Osborne, sin llegar tan lejos como su compañero de filas, subrayó que "es un hecho" que cuando en los años setenta se barajó una intervención del FMI en auxilio de la economía británica, ningún partido tenía la mayoría.

El líder de los conservadores británicos, David Cameron.
El líder de los conservadores británicos, David Cameron.AP

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