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Tribuna:Se apaga la gran llama olímpica
Tribuna
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Un antes y un después

No querría soltar ningún tópico al escribir de lo que ha supuesto Juan Antonio Samaranch en el desarrollo del olimpismo, pero me temo que es imposible. Así que perdonen si digo cosas que ya conocen o suponen sobre una persona muy entrañable, un dirigente único.

La llegada de Samaranch a la presidencia de COI, justo después de los Juegos de Moscú 1980, trajo consigo un cambio total en la filosofía del Movimiento Olímpico. Una de sus primeras decisiones fue modificar la Carta Olímpica para eliminar el artículo que restringía la participación a sólo deportistas amateurs. Abrió así los Juegos a los mejores del mundo gráficamente con la presencia en el desfile inaugural de Barcelona 1992 del Dream Team.

Otro avance fundamental liderado por él fue la restructuración económica, la conversión de los Juegos en un acontecimiento capaz de generar ganancias, lo que dio lugar a grandes programas de ayuda al desarrollo deportivo de los países más pobres, como Solidaridad Olímpica.

De la organización de los Juegos del 92 recuerdo cómo, a raíz de un estudio que realizamos en Barcelona, modificó la carta Olímpica para poder limitar el número de participantes. En Barcelona cabían 15.000 deportistas en la Villa, pero si los más de 200 países miembros decidieran enviar a todos los deportistas posibles nos habríamos encontrado con más de 90.000.

"Vete a ver a Walter Troeger", me dijo Samaranch. Cogí el coche y, durante mis vacaciones, me fui a verlo. Y con Troeger, que por entonces era el director general de Deportes del COI, establecimos las primeras restricciones.

Es muy difícil, efectivamente, escapar a los tópicos, pero no puedo privarme de terminar diciendo que la figura de Samaranch ha supuesto un antes y un después en el deporte mundial.

Manuel Fonseca fue director general de Deportes del Comité Organizador Olímpico Barcelona 92.

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