Nube de ceniza
No, esta vez no va a hacer falta que Mourinho se busque la forma de introducir algún elemento nocivo en la meticulosa organización del Barcelona. No, esta vez no hacen falta virus informativos ni declaraciones con doble lectura ni tan siquiera ese lenguaje no verbal que tan bien maneja el entrenador del Inter para convertir una respuesta de manual en un manual en el que entren todas las interpretaciones entre otras, aquellas que puedan ser positivas. El portugués siempre se deja una puerta abierta... por si acaso.
Esta vez, los astros, las estrellas y demás, se han confabulado para que la normal entrada culé en un encuentro tan trascendente como una semifinal de Champions se haya visto alterada por aquello que diríamos imprevistos excepcionales. Aquellos que si los azulgrana fueran sucesores de Asterix y Obelix les tendrían bien preocupados ya que, si a algo temían aquellos indomables galos, de hecho, lo único a la que temían, era a que el cielo les cayera sobre sus cabezas. Y se ve que estos últimos días, algo de eso ha estado sucediendo en la vieja Europa.
Y allí se fueron los azulgrana directos al autobús que es mejor prevenir a curar y el equipo que llega a los partidos fuera de su campo dentro de nuestra Liga, casi con el tiempo justo para comer, echar la siesta y acudir al campo, se ha visto metido en el túnel del tiempo para pegarse un viaje de 900 kilómetros, de aquellos que hacíamos en mis tiempos del Alavés, allá por el siglo pasado. Bueno de aquellos pero durmiendo en el Martínez, que en nuestro caso hubiera sido un hostal sencillo y en el caso de los azulgrana se trata de otro tipo de Martínez, más glamuroso, más como corresponde a los nuevos tiempos futbolísticos y a la diferencia entre los clubes.
Consultados los expertos en estos asuntos autobuseros -aquellos que tienen este medio como forma habitual de desplazamiento, mis amigos que están en Segunda-, me aseguran que hoy en día el míster ha de supervisar hasta los vídeos que ven sus chicos pues ya se sabe que la preparación mental ha pasado a ocupar un puesto destacado en la preparación de un encuentro y no hay que dejar cabo suelto, no vaya a ser que la película nos haya dejado a los chicos demasiado agresivos o demasiado dormidos o demasiado desactivados.
Aunque no creo que este haya sido el problema del entrenador azulgrana, ya saben que la tecnología permite a cada pasajero del autobús el elegir la forma de pasar el tiempo, bien con el cine, bien con la música, bien con los juegos, bien con algo que tenga y reúna a todo ello en una sola actividad. Mi única duda es si las cartas y el parchís, actividades míticas con las que el Dream Team se preparaba para el combate, habrán tenido una correcta representación en el bus culé.
Aunque, ahora que lo pienso, ¿no habrá sido todo esto de la nube de ceniza, una nueva forma con la que Pep Guardiola quiere desestabilizar la rutina de su equipo? ¿No será que estos dos, Guardiola y Mourinho, cada uno a su manera, cada uno con su objetivo, nos han traído esa nube invisible para ir empezando a ganar su correspondiente parte de un partido, una eliminatoria, que se debe resolver por los más nimios detalles?
Vale, vale, dejo ya la ciencia ficción pero no duden que esto se habrá dicho en algún momento, en estos últimos días, que qué gran idea ha tenido el que abrió la espita del volcán islandés. Aunque a usted y a mí, el asunto no nos haya hecho ninguna gracia.
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