La juventud baila (y grita)
Los triunfadores de Los 40 cantan en Leganés ante un público que se las sabe todas
Qué gusto tener 16 años, como Lydia, y que toda tu preocupación sea esperar la llamada del novio, a puntito como estaba el muchacho de salir de clase de inglés. Lydia era una de las casi 8.000 personas que se agolparon a última hora de la tarde en la Cubierta de Leganés para celebrar el Primavera Pop, la fiestuqui que organiza Los 40 Principales para dar la bienvenida a la estación más alborotada y hormonal del año. Una ocasión estupenda para corear en voz bien alta los éxitos que ahora mismo parten la pana en la emisora musical más escuchada del país.
La reunión consiste en dos horas de floripondios, amoríos, sonrisas nada disimuladas, estribillos resultones y exaltación de la amistad en un horario lo bastante prudente como para que los papis no te escruten de pies a cabeza con mohín de malas pulgas. Una decena de artistas "en el candelabro", desde Miguel Bosé a Diego Torres, Maldita Nerea, Pignoise, María Villalón o Efecto Mariposa, desgranaron sus más recientes éxitos (voz a veces en directo, música casi siempre enlatada) ante una multitud que gritaba, bailoteaba y blandía sus aplaudidores rojos, esos globitos alargados que se han convertido en complemento esencial para cualquier sarao musical de público imberbe.
Bosé, Diego Torres y Maldita Nerea, entre otros, desgranaron sus recientes éxitos
La fiesta podría haber sido aún más apoteósica, pero ese volcán islandés al que le ha dado por vomitar ceniza en grandes cantidades impidió la llegada de celebridades internacionales como Kate Ryan o McFly (y eso que estos últimos habían volado ya desde Atlanta a Londres). A nadie pareció contrariarle demasiado el imponderable. "A mí, mientras venga Manu Carrasco, me sirve", anotaba Luisa, de 17 años, con sombrerito vaquero y el aplaudidor ya casi fosfatinizado. Y allí estaba el guaperas onubense, en efecto, que se marcó dos baladones (Sígueme y Que nadie) para demostrar que ya es mucho más que un antiguo triunfito.
La Cubierta es un enclave que suena muy regular, como sabemos, pero permite reencontrarse en las gradas con la belleza suburbial de las chupas chandaleras, los piercings asaeteando las cejas y esos torpes morreos iniciáticos que se le arrancan, furtivos, a la chica o el chico entre estrofa y estribillo. Que nadie espere sobre el escenario grandes hallazgos musicales, claro: mejor analizar el enésimo nuevo peinado de Álvaro Benito, de Pignoise (nuca rapada y flequillo sobre los ojos); los vertiginosos pantalones pitillo de Gutxi, el cantante de Zenttric, o el renovado tipito-libre-de-grasas de Bosé, al que Tony Aguilar, el incombustible maestro de ceremonias, presentó a las 21.17 como "el señor que creó el monstruo del pop en España". Nada menos.
Un clásico añejo, Nena, y el sencillo más reciente, Estuve a punto de, dieron paso a Maldita Nerea, unos "murcianitos buenos" (Aguilar dixit). En versión acústica, con un par. Las gradas y la arena se desgañitaban porque se las sabían. Se las sabían todas. Y no se conformaban con bailar, como la juventud televisiva en los años de Uribarri; los estribillos ("cosas que siempre suenan a triste") se inventaron para gritarlos hasta el límite de las gargantas. Lydia, con su churri ya amarrado a la cintura, se aplicó el cuento hasta el borde mismo de la afonía.
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