El coche eléctrico: ¿un riesgo?

Con permiso del iPad, el coche eléctrico se ha convertido en el asunto tecnológico del momento. Se han escrito (y se escribirán) muchas páginas acerca de las bondades y las incertidumbres que pesan sobre el vehículo del futuro. Pero ¿qué está ocurriendo a escala valenciana? ¿Está preparada la industria? ¿Despierta más esperanza, o temor? Por lo oído ayer en Green cars y oportunidades de liderazgo, que reunió en Valencia a representantes de las administraciones, los centros tecnológicos y la industria, a estas horas despierta más bien dudas.

"El coche eléctrico va a convivir con el de motor de explosión", afirmó Emilio Orta, presidente de Avia (la Asociación Valenciana de la Industria de Automoción, que produce componentes para los fabricantes, especialmente Ford); "pero si se soluciona el problema de las baterías, entonces sí será una amenaza". Orta, que suele hablar con franqueza, completó esa frase con otra respuesta. ¿Exigirá el nuevo vehículo un gran proceso de adaptación a la industria auxiliar del automóvil? "Depende de lo que fabriques. Si fabricas tubos de escape o catalizadores, tendrás que cerrar, no que adaptarte".

"Si se soluciona el problema de las baterías, será una amenaza"

"Hay quien no se ha dado cuenta de que el juego ha cambiado"

El gran obstáculo al que se enfrenta el coche eléctrico es, como apuntó el presidente de Avia, su autonomía relativamente limitada (entre 130 y 180 kilómetros) y el tiempo que lleva su recarga, mucho mayor que el de poner gasolina.

Las previsiones señalan que hacia 2020 representará el 10% del parque mundial y, según se escuchó ayer, en 2030 sólo habrá avanzado hasta el 20%. Es posible. El vehículo constituye, en todo caso, un negocio formidable para el sector del automóvil, uno de los productos más maduros que existen, recordó Carlos Moliner, gerente de la Red Tecnológica de Automoción valenciana: apareció hace más de un siglo y se ha universalizado.

Para explicar el momento en el que nos hallamos, Moliner contó una historia que, resumida, diría lo siguiente: "Imaginemos un grupo de personas que juega al fútbol y un día les cambian el balón. Al principio se sorprenden porque es más grande, tiene otra textura, bota más. Los jugadores se dividen. Hay algunos que han empezado a pasarse la pelota, han puesto una canasta, han empezado a escribir las reglas del baloncesto y han metido algún triple. Y hay otros que se quedan en la portería, mirándose, sin darse cuenta de que ha cambiado el juego".

La industria valenciana no está parada, se dijo ayer, pero la mayoría de grandes empresas instaladas tienen sus divisiones de ingeniería muy lejos de aquí. Y aún así tienen proyectos en marcha. Uno de ellos, liderado por el Instituto Tecnológico de la Energía, prevé desarrollar flotas de coches eléctricos dotados de autoguías para alquilar a turistas.