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El Gobierno define el perfil de las víctimas que irán a los colegios

Solidez y apartidismo del mensaje, entre los requisitos

El Gobierno tiene ya avanzado un perfil con los requisitos exigibles a las víctimas que vayan a ofrecer su testimonio ante el alumnado en los centros escolares, según prevé el plan de Convivencia y Deslegitimación de la Violencia, que ha reformulado el anterior Plan de Educación para la Paz y los Derechos Humanos. El PNV y otros nacionalistas han adelantado ya sus reservas por esa presencia directa en las aulas, junto a otros motivos.

"No cualquier víctima sirve" para ir a los colegios, recalcó la semana pasada el portavoz peneuvista en el Congreso, Josu Erkoreka, "para trasladar un mensaje no de rencor, sino de valores y principios". "Las aulas no tienen la función de reparar el dolor de las víctimas", añadió la parlamentaria Maribel Vaquero. La cuestión no es la "deslegitimación", sino simplemente "estar en contra de la violencia", remató el sábado su portavoz en la Cámara vasca, Joseba Egibar.

El Ejecutivo prevé la dureza de dar con alumnos que defiendan a ETA
Primará la capacidad personal sobre la relevancia o representatividad
Cuesta advierte de que "no pueden dar la cara sin apoyo y garantías"

"La intención puede ser buena, pero el método erróneo", señaló, por su parte, el secretario general de EA, Pello Urizar, quien acusó al Gobierno de actuar con "demasiada prisa", después de que su formación haya dirigido Educación desde 1995 hasta 2009.

La discusión está servida y se verá pronto en el Parlamento. El Ejecutivo se prepara para defender su proyecto y avanza mientras en las concreciones para desarrollarlo en todo su contenido. En relación con las víctimas, el Gobienro acepta que no todas pueden hacer la tarea que se pretende y tiene ya listas las líneas maestras de un perfil que tendrán que cumplir.

Para elegirlas, el Ejecutivo no piensa tener tanto en cuenta su relevancia social o la representación de asociaciones o colectivos que algunas de ellas ejercen, como la capacidad individual de expresar el núcleo de su sufrimiento desde un punto de vista moral y también la de llegar al fondo de quienes van a escucharles.

Los especialistas aconsejan que la persona en cuestión explique para empezar que su única pretensión es exponer su experiencia y que la ofrece sin esperar a cambio nada más que la mera atención.

Entre los principios que el Ejecutivo cree importante observar figura uno ya recogido en el propio documento entregado a asociaciones, agentes educativos y oposición: que la víctima sea capaz de separar su testimonio en el aula de sus propias convicciones ideológicas o de partido, si pertenece o simpatiza con alguno, y lo realice con una imparcialidad que permita que su relato pueda ser generalizadamente asumible. Del mismo modo, tendrá que acotar sus mensajes al ámbito de los derechos humanos, a los valores de la convivencia y la tolerancia y deberá contar con dotes comunicativas y pedagógicas, que no todas las víctimas pueden reunir o de las que pueden carecer en el contexto concreto del ámbito escolar.

Desde el lado de las víctimas también hay prevenciones, pero son de otro tipo. Cristina Cuesta, presidenta de Covite, asociación que reúne a la mayoría de las víctimas en Euskadi, cree que hay que tener en cuenta la realidad concreta vasca. "He hablado con gente que tiene mucha aprensión, que teme encontrarse con un alumno que le justifique el terrorismo. Eso es algo muy duro, pero que en el País Vasco se puede producir, y para lo que hay que estar preparado", apuntó a EL PAÍS.

"No se les puede pedir que den la cara sin apoyo y garantías. Tiene que ser muy voluntario y hace falta una fase de metodología, de reunirlas y, respetando la historia y el modo de decir de cada cual, dar coherencia a la actividad, de modo que sea cómoda, efectiva y con sentido", agregó.

Cuesta coincide en que el mensaje debe ser ético, ajeno a la venganza, y de defensa del Estado de Derecho, la reparación por la justicia y el reconocimiento social. El Gobierno prevé también las eventualidades que señala. Las víctimas que participen tendrán que tener, primero, una fortaleza y solidez personal que impida que el revivir su historia les perjudique emocionalmente. Y, después, suficiente valor, y serenidad a la vez, para manejar circunstancias como la que apunta Cuesta, si alguien muestra simpatía o comprensión hacia los causantes de su tragedia.

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