Gracias, Jean-Claude
Los bancos de Grecia tienen al menos una cosa menos de la que preocuparse. El Banco Central Europeo ha excluido a los bonos del Estado de las nuevas reglas para suministrar fondos a cambio de garantías relativamente arriesgadas. La medida debería facilitar a las entidades de crédito griegas seguir obteniendo liquidez al asignar deuda gubernamental poco fiable al BCE. Pero la medida es más pragmática que lógica.
El mes pasado, el BCE afirmó que sus entidades de liquidez para la crisis seguirían aceptando como garantía bonos con una calificación de menos de A. Pero con la pérdida de intensidad de la crisis financiera general, el banco propuso introducir nuevos límites a los anticipos que daría a cambio de estos bonos.
El miedo es que estos cambios, que está previsto que se apliquen el próximo enero, perjudicarán a los bancos de Grecia, que están hasta arriba de deuda del Gobierno griego. Es cierto que las entidades de crédito aún podrían haber considerado la deuda griega como garantía incluso si el país perdiera su calificación crediticia de grado A. Pero el quid pro quo de la indulgencia del BCE respecto a la elegibilidad general podrían ser recortes aún más dolorosos para los bonos de inferior calificación. Estos temores han resultado ser infundados. Ahora que se ha excluido del nuevo sistema a la deuda del Gobierno, el recorte de cualquier deuda pública con una calificación de menos de A se determinará como hasta ahora: un recorte inicial de los términos específicos del bono, con el añadido de un 5% adicional para más seguridad.
Por otro lado, a la deuda no gubernamental de calificación inferior se le aplicará un único y gran recorte, que determinará también en esta ocasión las condiciones del bono, pero sin el añadido de un 5%. El efecto neto de los cambios debería ser modesto. El BCE da a entender que los recortes bajo el nuevo régimen serán al menos tan altos como en el régimen actual, pero no mucho más.
Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, afirma que los cambios no se han hecho para favorecer a Grecia. Pero dada la creciente erosión de la confianza en Grecia, el BCE se ha arriesgado a empeorar la situación manteniendo la coherencia entre las garantías soberanas y no gubernamentales. En una crisis, el pragmatismo suele primar sobre la lógica. -
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