Platillos fríos y calientes

Desde un punto a otro de la península ibérica la tendencia se consolida con una fuerza irrefrenable. A la entrada del restaurante barcelonés Coure, su propietario, el cocinero Albert Ventura, profesional de crédito consolidado, acaba de montar un bar de tapas en miniatura donde sirve bocaditos y pequeñas raciones. Nuevo gastrobar que, por razones de peso, disfruta de un éxito creciente.

Haciendo gala de la seriedad que le caracteriza, en este nuevo espacio Ventura se vale de materias primas de calidad a las que aplica recetas sencillas. Platillos fríos y calientes, como él mismo los denomina, en los que salen a relucir latas de envergadura, raciones de jamón ibérico, ostras al natural y guisos y especialidades tradicionales catalanas junto a otras de distintas cocinas regionales españolas. Y todas tarifadas a precios absolutamente sensatos.

En el listado de propuestas frías figuran cosas tan sugerentes como la coca de pan de "cristal" con tomate, la ensalada de tomate con anchoas, la coca de sardinas con berenjena y olivada, la esqueixada de bacalao, la ensaladilla de ibéricos o el tartar de buey con queso mascarpone a la mostaza. Y entre las calientes, algunos enunciados cuya lectura invita a sentarse en los taburetes que flanquean la barra. Callos con garbanzos (8 euros), rabo de buey con lentejas (10), bacalao en samfaina (7), albóndigas con sepia (10), raviolis de manitas de cerdo con ostra (3) y guisantes con berberechos a la crema de almendras (12). Todo ello sin olvidar otras sugerencias no menos llamativas como las croquetas de pollo y jamón, la tortilla de patatas y los huevos fritos con sobrasada, chistorra o jamón.