"Un día fui sola a por el pan y desde ahí no he parado"
"Hola, soy Gema y no puedo atenderte. Ya sabes, deja tu nombre, tu número y un bonito mensaje y te llamaré lo antes posible. Y no olvides: ¡Uuh! ¡Vive la vida!".
Este es el mensaje con el que Gema Hassen-Bei saluda a quien llama a su móvil cuando no puede atenderlo. Una tarjeta de presentación que le va como anillo al dedo. Días más tarde, comiendo sushi de jamón serrano en el restaurante asiático de uno de sus mejores amigos, se confirmará la primera impresión: estamos ante alguien que se toma la vida de forma positiva y a la que le gusta predicarlo. Hassen-Bei llega a la cita conduciendo un Mini descapotable y algo apurada: viene directa del taller, donde le han arreglado la palanca de cambio del coche, el artilugio que hace posible que esta mujer discapacitada pueda moverse libre e independiente, algo por lo que ha luchado y que en su momento le costó varias broncas con su padre, que la sobreprotegía.
Ha ganado cuatro medallas en esgrima en cuatro Paralimpiadas
Hassen-Bei despliega su silla de ruedas en un abrir y cerrar de ojos. "¿Qué tal andas?", la saluda con guasa su representante. "Sobre ruedas", responde ella con un guiño. A Gema no le gusta que empujen su silla; ella hace girar las ruedas. Para subir una rampa, se agarra a mi mano con un: "¿Puedo engancharme a tu inercia?".
Silk & Soya es un local cool: los palillos son de metal y la mitad de la carta está en inglés. Gema pide varios platos que fusionan japonés y mediterráneo. Por si aún no lo sospechan, es hiperactiva: ha participado en cuatro Paralimpiadas (y ha ganado cuatro medallas en esgrima), ha publicado un disco de música electrónica, ha actuado en series (Periodistas, Alquilados), es soprano ligera, dirige un grupo de baile y los lunes presenta la sección 'El mundo se mueve contigo' en el programa Para todos La 2. En fin, si tienen algo interesante que proponerle, es probable que se apunte.
Cuando tenía cinco años, el coche en el que viajaba con su familia patinó sobre una mancha de aceite. Ella iba dormida. "Cuando desperté, todo había cambiado". Pasó la infancia entre hospitales. "Una noche en que estaba llorando una enfermera me dijo: 'No llores, que no dejas dormir a los demás niños'. Ese día aprendí que no eres sólo tú, somos muchos".
Más tarde, Gema pasó por el hospital de parapléjicos de Toledo. "En plena edad del pavo, tras una operación, me pasé un año en la cama sin poder moverme. Pensé mucho sobre quién era y qué quería hacer en la vida. Mis preparadoras físicas me enseñaron que esto es lo que hay y que sólo yo podía resolverlo. Ya en casa, un día salí a comprar el pan con ayuda de los vecinos. 'Hoy he salido a comprarlo, mañana me lo voy a ganar', pensé", relata Gema, que no desvela su edad. "He tirado muchas barreras, y esa también".
Y de pronto se altera. Dice que no entiende que atletas paralímpicos como Purificación Santamarta o Antonio Rebollo (el arquero que prendió la antorcha de Barcelona 92) estén "vendiendo cupones". "¿Por qué no se nos permite entrar en la gestión del deporte? Tenemos una labor que hacer", defiende apurando su tercera Coca-Cola. Al hilo de esta filosofía, ha creado el grupo de baile mixto (minusválidos y no) Bey Pro-action: "Yo he hecho ya mi trayectoria personal, ahora lo que quiero es contagiar ese espíritu y pedir para los disminuidos una solidaridad proactiva". Ni más ni menos.
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