Retórica
No sé lo que les sugiere a ustedes la expresión "pacto de hierro"; a mí, desde luego, nada bueno. Los pactos pueden ser débiles o fuertes, sólidos, caso éste para el que también se suele utilizar la calificación de férreo. Naturalmente, no es difícil concluir que entre las expresiones "férreo" y "de hierro" no media diferencia alguna, ya que pueden significar lo mismo. Pueden, sí, pero, según sea el contexto en el que se utilicen, el matiz que las diferencia puede igualmente abrir un abismo entre ellas: cuando el pacto de hierro se establece para dominar, imponer, tiranizar -verbos que han sido todos ellos utilizados, ignoro si también lo ha sido invadir-, objetivos que, al parecer, persiguen el PSE y el PP vasco, el pacto férreo y el pacto de hierro ya no significan lo mismo. En el segundo caso, la determinación ya no hace sólo referencia a la naturaleza del pacto, a su consistencia interna, sino también a su proyección externa, lo convierte en un arma de guerra, algo así como una división acorazada. La elección de los términos nunca suele ser inocente, y en este caso, desde luego, no lo es. Ha sido realizada con una clara e irresponsable intención, la de avivar la llama del conflicto, llama que, por si alguno lo dudaba, posee un claro contenido bélico. ¿Puede alguien extrañarse de que haya luego quienes capten el mensaje y actúen en consecuencia?
La pregunta habría que formularla, en realidad, de otra manera, lo que le da un mayor alcance: ¿puede un partido que se dice responsable y que pretende construir, azuzar la idea de un enemigo destructor de ese calibre cuando tiene a parte de su familia ideológica en armas y ha sido incapaz mientras ha gobernado de ponerle coto? Este juego, que linda con la instigación, me parece gravísimo, y es el que viene ejecutando nuestro partido mayor, el PNV, desde que perdió el poder. Su crítica al actual Gobierno se basa en la descalificación genérica y responde a una intencionalidad perversa: es la gestión del enemigo; no la de un Gobierno que podría hacerlo mejor, no, sino la del enemigo. Están, como lo han dicho este pasado domingo en su romería, para paralizar, para empobrecer, para destruir. Y entre la sarta de perlas antidemocráticas que soltó el señor Urkullu en el festejo permítanme citar ésta: "Todos aquellos que crean que Euskadi es una nación, y que estén convencidos de que el presente y el futuro nos corresponde escribirlo a los vascos, y sólo a los vascos, encontrarán al PNV en su camino". ¿A quiénes deja fuera con ese sólo los vascos, y de qué se queja cuando habla de la España de Estado-nación único y uniforme si esa España no existe y es él el que plantea una Euskadi única y uniforme, objetivo irrenunciable y origen de todas nuestras miserias? Pero la inversión especular, la que atribuye a otro mis defectos, es también otro instrumento retórico al que ya estamos acostumbrados. Señor Urkullu, cambie ya de discurso.
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