Obviedades como puños
Uno de los grandes avances del nuevo socialismo de Griñán es el reconocimiento de lo obvio. De un tiempo a esta parte, en el PSOE andaluz se dicen obviedades como puños. "O el PSOE lidera el cambio o los andaluces cambiarán al PSOE", advirtió la nueva consejera de Presidencia, Mar Moreno, nada más acceder al cargo. La frase era tan obvia que la había dicho casi todo el mundo antes que ella, pero habrá que reconocer que no es lo mismo que lo admitiera la persona que acababa de instalarse en el segundo puesto del escalafón del Gobierno andaluz.
Mar Moreno no es la primera vez que dice cosas sensatas de pura obviedad. Hace siete años, en su etapa de vicesecretaria general del PSOE de Andalucía, acudió al Club Antares de Sevilla para ofrecer una de las conferencias más curiosas en la historia de un liderazgo político. Lo de curiosa tiene que ver con el hecho de que supuso su confirmación pública como aspirante a la sucesión de Chaves, y tuvo tanto éxito en el empeño que al poco tiempo dejó de ser la aspirante a suceder a Chaves. Ese día dijo algo muy parecido a lo que los socialistas se plantean ahora. Le pidió a su partido que arriesgara con "nuevas reformas" y no prestara "atención a quienes desde el inmovilismo sugieren administrar el caudal de confianza ciudadana como lo haría un banquero opulento y conservador, ávido por atesorar votos y preocupado sólo por no perderlos".
Griñán y Moreno son un buen tándem. Ambos descubren la pólvora una media de dos veces por semana. Lo digo en un sentido positivo. Estaba tan acostumbrado el PSOE a ventilar sus problemas hacia dentro, que resulta gratificante que haya ahora líderes políticos que comparezcan públicamente para comunicar perogrulladas. No hay nada que aleje más a los ciudadanos de la política que un dirigente diciendo tonterías. Me ocurrió el otro día con Javier Arenas. El líder del PP ofreció un acuerdo para disolver los ayuntamientos afectados por la corrupción, a la misma hora que Jaume Matas buscaba los tres millones de euros que le habían pedido de fianza para eludir la cárcel y un día antes de que trascendiera que la trama Gürtel está afectando ya directamente a la financiación del PP en tres comunidades autónomas y en un rosario de ayuntamientos.
De momento, Griñán se está comportando como el atípico político que dice algunas de las cosas que piensa. "Sí, en el PSOE tenemos un problema en el litoral, en determinadas franjas de la sociedad, no decirlo es engañarse", dijo en su primera entrevista como secretario general de los socialistas andaluces. La reflexión no tendría mayor importancia si no fuera porque el problema del litoral lo lleva arrastrando el PSOE desde hace una década y media, después de que en las elecciones de 1995 el PP se hiciera con las alcaldías de casi todas las capitales de provincia y arrasara en la franja costera de Málaga y Almería. Por increíble que parezca, los socialistas siguen sin encontrar solución al descalabro que sufren cada cuatro año en las municipales. Que Griñán le haya dado solemnidad a esta obviedad es un primer paso para afrontar el problema.
Hace dos años el ex ministro británico y neurólogo David Owen escribió un libro titulado En la enfermedad y en el poder. En él describía el denominado síndrome de Hubris, una especie de trastorno que sufrían algunos políticos que llevan demasiado tiempo en el poder y que se caracteriza por una excesiva confianza en sí mismos, el desprecio de quienes le rodean y un alejamiento progresivo sobre la realidad en la que viven. En lenguaje coloquial, es lo que se denomina "pérdida de la pelota". El reconocimiento de lo obvio es un antídoto contra los delirios que provoca el poder. Detrás de las palmadas y los halagos está lo evidente. Y lo evidente es que los ciudadanos no son el sustituto del espejo de Blancanieves.
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