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Columna
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Camps, el Papa y las mujeres

Valencia acoge el V Encuentro Mujeres por un mundo mejor España-África y todo lo que se le ocurre reivindicar a la alcaldesa es la presencia de Camps. Muy interesante. Cuestiones como la lucha contra la desertización, las ayudas al desarrollo, la batalla por la igualdad, o la formación de maestras y enfermeras, carecen de importancia para Rita Barberá. Para esta señora lo relevante era "el desprecio intolerable" que suponía no haber invitado a Camps.

¿Y qué podía haber aportado Francisco Camps al encuentro de las mujeres? Sin duda su experiencia en la lucha contra el machismo pues es conocida su actitud firme y decidida en el combate contra el acoso sexual en Ràdio Televisió Valenciana. Y aunque es cierto que el particular comportamiento del secretario general, Vicente Sanz, con las trabajadoras de Canal 9 y Ràdio 9 ha sido un secreto a voces, cabe presumir que si el president no ha propiciado su despido fulminante, no ha sido por cobardía política, sino que ha estado motivado por el loable criterio de no interferir desde el poder ejecutivo en la independencia de los jueces, preservar la presunción de inocencia del jefe de personal y mantener la acreditada autonomía de Ràdio Televisió Valenciana.

Pero, a pesar de lo que dijera Derribos Barberá, el portavoz del PP, Esteban González Pons, no tenía muy claro que valiera la pena participar en el encuentro de mujeres. El domingo, González Pons aseguraba que le gustaría que Zapatero "en lugar de ocuparse de cosas planetarias, se ocupara de cosas españolas". En las imágenes del telediario, el dicharachero portavoz tenía detrás a dos mudos políticos, Nacho Uriarte y el propio Camps. Un Francisco Camps que inicia la semana de pasión con la vista puesta en el lunes de Pascua, cuando el juez levante el secreto del sumario Gürtel. Instalado en el purgatorio de las diligencias previas, la Semana Santa se le va a hacer casi tan larga como a Jaume Matas, condenado al infierno del banquillo. Con qué envidia se acordarán ambos del otrora mentor de uno y amigo del otro, el campeón Eduardo Zaplana, que, ese sí, roza los cielos.

Sin embargo, la figura de Camps cada vez está más próxima a la del Santo Padre. Miren y comparen. La oposición interpela al presidente por los gastos de la visita del Papa y Camps responde que la pregunta es "un esperpento". Y cuando acusan al Papa de que el entonces cardenal Ratzinger ocultó casos de abusos sexuales a menores, el hoy Benedicto XVI declara que no se verá intimidado por "las mezquinas habladurías" de la "opinión dominante". Si no vidas paralelas, desde luego discursos simétricos: ellos son las víctimas.

Con todo, no deja de ser significativa la reiterada presencia de Camps en un sempiterno segundo plano, como que está, aunque no esté del todo. Y no sé por qué, uno se columbra que, cuando el domingo, Zapatero le decía a Barberá "te veo muy fuerte", el presidente del Gobierno no se estaba refiriendo, ni mucho menos, a su recio aspecto.

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