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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN...

Pájaros de hormigón enjaulados

El hipódromo abre la temporada con su emblemática estructura en obras

Contra todo pronóstico, el caballo Jimmy Falabella ha ganado la carrera. Paga 50 a 1 y la gente lo celebra sobre tribunas provisionales. También lo son las escaleras que suben a las gradas, los baños (como de macroconcierto), las barras de bar... Cinco años después de su reapertura, el hipódromo inaugura la temporada en obras. Lo cual no impide que esté lleno. Gente normal, muchos niños, poco elitisimo (la entrada vale nueve euros, el autobús es gratis). Huele a chorizos. El ambiente es como de día en el campo; más de fiesta popular que de Ascot.

"La idea era recrear un pueblo, una corrida de toros, gente al aire libre en contacto con los animales", explica el arquitecto Martín Domínguez. Su padre, que se llamaba igual, ganó, junto a Carlos Arniches y el ingeniero Eduardo Torroja el concurso auspiciado por la República en 1934 para construir el hipódromo.

En las carreras el ambiente es más de fiesta popular que de Ascot
"La obra celebraba la tradición y miraba al futuro", dice Martín Domínguez

No era un proyecto fácil, había hasta 39 condiciones: que los caballos pudiesen salir a pista sin ser molestados, que las tribunas guareciesen de la lluvia, que el sacrificio del arbolado fuese el menor posible... Los arquitectos las cumplieron y de paso crearon un conjunto que "celebraba la tradición y al mismo tiempo miraba al futuro", según Domínguez. "Lo maravilloso del hipódromo es esa mezcla del amor por España y la búsqueda de modernidad, tan característica de la Residencia de Estudiantes bajo el espíritu de la cual fue proyectado". A pesar de las vallas y los andamios es fácil entender a lo que se refiere. La base de las tribunas son unas arcadas sólidas, ancladas a la tierra, folclóricas en el buen sentido. La cubierta sin embargo, es una estructura liviana, modernísima, abstracta. Deberían contradecirse, pero se completan. "Ambas replican, en sus curvas, bóvedas y arcos, el galope del caballo y gracias a ello dialogan entre sí", explica Domínguez moviendo los brazos como si él mismo galopase.

A pesar de que la esencia del proyecto era esa combinación de tradición y futuro, y de que surgió de la colaboración entre arquitectos e ingeniero (no tan habitual), la cubierta de Torroja es sin duda la estrella del conjunto; la obra de ingeniería más emblemática de la modernidad española y lo único (junta a una tribuna) que ha sido, totalmente restaurado.

"Uno no se queda embelesado ante una obra por lo bien que fue calculada, la belleza es otra cosa", solía decir Eduardo Torroja que era un ingeniero con élan, una sensibilidad especial. Poesía. Su hijo, José Antonio Torroja (padre a su vez de Ana Torroja) conserva en dos hojas de papel escritas a mano -"entonces no había ordenadores"- el cálculo de la estructura. Números garabateados que explican cómo funciona algo tan hermoso. En términos técnicos la marquesina es "una estructura laminar de hiperboloides que resiste por su propia forma, sin nervios ni refuerzos". En términos poéticos sin embargo, es "un pájaro de hormigón iniciando el vuelo". Y esa contradicción sí que embelesa.

El hipódromo no ha tenido una vida fácil. Antes de ser acabado, estalló la Guerra Civil. Torroja presumiría luego de que, a pesar de haber estado varios meses muy cerca del frente, su marquesina, agujereada 26 veces, resistió perfectamente. La guerra sí se llevó por delante a los arquitectos, exiliado Domínguez a Cuba y condenado Arniches al ostracismo interior. El Régimen acabó el hipódromo (bajo la dirección de Torroja) y lo inauguró en 1941. Las carreras se hicieron cada vez más populares, sobre todo gracias a la apuesta quíntuple, y el conjunto se fue ampliando un poco sin ton ni son. Así hasta los noventa, cuando cayó en desuso, presa de una tediosa batalla legal. Pasó años cerrado. En 2004 una nueva gerencia se hizo cargo y se anunciaron las obras de rehabilitación que todavía duran.

Por aquellas fechas el titular fue que el hipódromo se llevaría al siglo XXI. Domínguez se llevó las manos a la cabeza: "¿Por qué hacer el hipódromo del siglo XXI cuando éste debería ser el hipódromo de la Residencia de Estudiantes? ¿Quién querría convertir El Escorial en el convento del siglo XXI?". Jerónimo Junquera, que ganó el concurso de la rehabilitación (junto a su ex socia Liliana Obal) prefiere no discutir mucho la obra antes de que esté acabada (fecha: "ni idea"). "La intención es recuperar la esencia del proyecto original", zanja. En 2004 se anunció la creación de una cafetería panorámica y la ampliación del paddock (donde se ven los caballos antes de la carrera) que se hundiría para que más gente pudiese asomarse. La cafetería parece haber sido descartada. El posible rebaje del paddock provoca cierta inquietud entre los aficionados: ver el caballo de cerca (cómo suda, si está nervioso) es fundamental para apostar. Junquera defiende que en los planos del concurso "la única documentación que existe" estaba más abajo, pero Domínguez asegura que durante la obra los arquitectos decidieron subirlo y proporciona un plano que su padre dibujó de memoria en el exilio (con el paddock arriba).

De momento la obra se centra en lo que no se ve, como las cimentaciones. "Hay que ir poco a poco, porque sigue habiendo carreras y la obra de Torroja es tan límite que requiere mucho mimo", dice Junquera. Así que el pueblo está en fiestas, pero los pájaros de hormigón siguen atrapados en jaulas de andamios.

Arranque, ayer, de la temporada en el hipódromo.
Arranque, ayer, de la temporada en el hipódromo.SANTI BURGOS

Hipódromo

- Autores. M. Domínguez,

C. Arniches y E. Torroja.

- Construcción. 1934 - 1941.

- Estilo. Moderno.

- Ubicación. Padre Huidobro s/n, A-6, km. 8. El Pardo

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