La venganza del coronel
Kim Jong-ryul fue, hasta 1994, coronel del Ejército de Corea del Norte, ese país prisionero de la más férrea y enloquecida dictadura del mundo. Él la sufrió sólo en parte, pues durante sus últimos años en activo vivía en Viena y se dedicaba a aprovisionar al líder nacional de los caprichos que se le antojaran, bien fuera un Ferrari o un buen vino francés, mientras sus conciudadanos, carentes de derechos, medios y libertad, morían por inanición.
Kim Jong-ryul desapareció un día con una gran suma de dinero y el régimen norcoreano le creyó víctima de un robo con homicidio y le consideró un héroe. Pero ahora el mundo ha sabido que el coronel conseguidor no estaba muerto, sino escondido y que ha escrito un libro titulado Al servicio del dictador. Vida y huida de un agente norcoreano, que aporta nuevos y escandalosos datos del caprichoso y sanguinario líder obsesionado con la bomba atómica y con legar el trono a su hijo, como hizo su propio padre con él.
Puede que este coronel jubilado haya albergado la esperanza de ver caer el régimen de Kim Jong-il durante estos 16 años. Lo que es seguro es que su iniciativa es sumamente arriesgada.
El régimen de Kim Jong-il no ha cedido un ápice a las presiones internacionales. Al contrario. Ha construido una férrea tiranía basada en el culto a su líder que sigue ofreciendo ejemplos de su disparatada maldad. En enero pasado, un bostoniano osó cruzar la frontera desde China y el régimen le acusa del execrable crimen de hacerlo de manera ilegal. Sigue a la espera del veredicto de una justicia que no se anda con bromas. Hace tres semanas fue ejecutado Park Nam-gi, ex director de Finanzas, por revaluar la moneda para combatir la crisis, lo que disparó la inflación.
Park Nam-gi fue acusado de ser "hijo de una conspiración burguesa que pretendía infiltrarse en las bases revolucionarias para destruir la economía de la nación". Hay antecedentes. En 1997 corrió la misma suerte el responsable de Agricultura a cuenta de la hambruna del país.
No es extraño que el coronel Kim Jong-ryul haya aparecido fugazmente para ajustar cuentas con la historia y su líder y haya vuelto a su escondite. Dice que tiene miedo.
No es para menos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.