"Me quedé aliviado"

Aunque ya no sea un crío (30 años) y dos Botas de Oro luzcan en su salón, Diego Forlán sigue reaccionando con el entusiasmo de un cachorro a las historias que su padre, Pablo, le contó y le sigue contando desde que dio sus primeros pasos. "Entre sus favoritas está la bronca que tuve en una ocasión en la cancha del Santos de Pelé con un aficionado", asiente el iniciador de la saga, que hizo carrera en Peñarol, São Paulo y Cruzeiro. "¡Fue buenísima! Se le acercó disimulando, haciendo que iba a recoger el balón, y le arreó un puñetazo aprovechando los enormes huecos que dejaba la alambrada que rodeaba el campo", reía ayer por la tarde, después de un entrenamiento suave, Forlán hijo.

Relajado y sonriente tras la sesión regenerativa que el cuerpo técnico planificó para aliviar los efectos de un calendario sobrecargado, el delantero del Atlético, que correteó durante media hora junto a Valera y Simão mientras los demás titulares hacían cola para pasar por los fisios, no dio la mayor trascendencia a la polvareda que levantó su reacción tras marcar el primer gol al Athletic. Salvando las distancias con el viejo, el jueves por la noche Forlán expresó sus diferencias con su propia hinchada de manera más comedida que su progenitor. "¿Ahora qué? ¿Ahora qué?", se encaró el uruguayo con la grada del Calderón tras cruzar a la red una asistencia de Valera. Acababa de conseguir su 14º gol de la temporada en la Liga, cinco dianas por debajo de las que llevaba a estas alturas el curso pasado, cuando se proclamó pichichi de Europa con 32 tantos. Otra razón por la que no entendía los silbidos que cada vez más aficionados le dedicaban en las últimas semanas.

"Lo de la celebración lo dije en caliente. No tiene la mayor trascendencia porque le puede pasar a cualquiera en su trabajo, pero sí que me quedé aliviado cuando expuse nada más acabar el partido que la gente debía tener más memoria y ser más respetuosa", insistió el único bota de oro en la historia del Atlético. Forlán se reafirmó en sus palabras después de tirarse casi dos horas en el gimnasio. "¡Hacía un rato que tenía encima lo que pensaba!", se despidió, más pendiente de ganar por primera vez al Madrid de rojiblanco, como sí hizo con el Villarreal, que de pedir perdón. "Dije lo que pienso. Si molesté a alguien, no era mi intención. La gente tiene derecho a decir lo que quiera y yo a contestar. Salí a defenderme", concedió Forlán a la sexta vez que le sacaron el tema en un acto promocional por la mañana, lo que da una idea de su carácter.

"Diego tiene una personalidad muy fuerte y es de los que no se callan", confía el cuerpo técnico del Atlético. "Su respuesta no se debe a un exceso de presión. Para nada. Le da igual. No es Ibrahima. ¡Es él quien más se exige!", sigue un gerifalte del club, que ya irritó el pasado otoño al jugador cuando alargó más de lo previsto su renovación.

"Forlán es un modelo. Cuida su alimentación, su forma física... Quizás ha acostumbrado mal a la gente... Si la temporada pasada hubiera marcado 20 goles, nadie le diría nada", aventuran en el vestuario, donde reconocen que rezan para que marque con regularidad. "¡Por el bien de todos! Si no, se pone insoportable", dice medio en broma medio en serio un compañero. "La afición se cree que por pagar una entrada tiene derecho a todo. Pues no. Los gladiadores pueden rebelarse cuando se está cometiendo una injusticia, como ocurrió", le ensalza el equipo de trabajo de Quique Flores, que, más allá de los goles, resalta "el trabajo oscuro" del matador uruguayo: "Puede que Agüero o Reyes sean más visibles para los no entendidos, que la gente se quede con la idea de que corren y luchan con cuatro sprints. La realidad es que Forlán suda como un condenado. ¡Si es el que más minutos lleva y de los que más kilómetros hace por partido!".