Un ángel para Simon Cowell
Parece frágil de cerca. Sentada en una habitación sin ventanas del sótano de un hotel de Madrid ue tiene algo de celda de lujo se podría usar ese sobado cliché de la muñeca de porcelana para describirla si no fuera por su piel cobriza. El padre de esta londinense de 24 años, delicados modales y voz dulce y susurrante procede de Guyana, un pequeño país entre Brasil y Venezuela, y su madre es galesa. Leona Lewis va vestida como si fuera a ir a una fiesta en vez de a coger un avión para volver a Londres. Se sienta en una postura elegante, recatada e imposible. Sus largas manos terminan en dedos finísimos que mueve cada vez que quiere enfatizar algo y que se pelean con el tapón de una botella de agua mineral con gas, que finalmente se queda sin abrir.
Es el prototipo de estrella que toda discográfica desea. Ganadora en 2006 de la versión británica de Factor X, lleva cuatro años batiendo récords. Su debut, Spirit, barrió a los Arctic Monkeys como el estreno que más vendía en la semana de su lanzamiento y la convirtió en la primera vocalista femenina británica que conseguía el número uno en Estados Unidos en dos décadas. Todo gracias a una serie de sangrantes baladas en algún lugar entre Mariah Carey y Whitney Houston que parecen versiones alternativas del tema de Titanic puestas una detrás de la otra. Pero es que además se deja hacer. Es tan educada, tan dispuesta a aceptar ser dirigida, que es un chollo. Véase en sus propias palabras la forma de elegir las canciones que han entrado en sus dos discos (el segundo, Echo, se publicó en noviembre): "Elegimos mi discográfica, Simon Cowell y yo. Las escuchamos juntos y seleccionamos las mejores". Ya, pero ¿con qué criterio? "Simplemente, las que nos encajan más. A veces hay algunas que a mí me parecen estupendas, pero la compañía opina que no encajan con mi estilo. Está bien trabajar en equipo". Cuentan que rechazó Halo, el éxito de Beyoncé. "No me pertenecía, era suya. Es su estilo. De todos los famosos que he conocido, Beyoncé es la que más me ha impresionado ¡Es tan linda!".
Todo le parece lovely [lindo]. Es esa actitud Disney la que consiguió ablandar el gélido corazón de Simon Cowell, maquiavélica mente detrás de Factor X, poli malo del jurado y actualmente la persona más poderosa de la industria del entretenimiento británico. A Cowell se le dibujaba una cándida sonrisa cada vez que aquella veinteañera salía al escenario. "Simon es muy lindo. Es mi mentor. La persona que más me ha apoyado y que me ha ayudado a conseguir mi sueño". ¿En serio? "Sí, sí. Lo que dicen de él no es verdad". La única vez que parece alterarse levemente es cuando se le recuerda una afirmación de Peter Hook, de New Order, diciendo que Factor X era "la glorificación del karaoke". "Pueden decir lo que quieran. Pero para mí no es karaoke. Trabajé duro, grabé canciones que no fueron a ningún sitio y aquello fue una oportunidad que aproveché y de la que estoy muy orgullosa. Mi música tiene tanta alma como cualquier otra".
Echo está editado en Sony BMG.
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