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Villepin desafía a Sarkozy con un nuevo partido

El ex primer ministro disputa el espacio de centro-derecha al presidente francés

Todavía no es oficialmente candidato a las elecciones presidenciales de 2012, pero el ex primer ministro francés Dominique de Villepin dio ayer un paso más hacia el Elíseo al anunciar la creación, el próximo 19 de junio, de un "movimiento político independiente" y "abierto a todos". En plena resaca poselectoral, marcada por el batacazo del partido gubernamental en las regionales del pasado domingo, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el principal rival en el centro-derecha del presidente Nicolas Sarkozy denunció "el fracaso de una estrategia y de una política" y se presentó como representante de la herencia de un gaullismo social.

"He oído el mensaje de los franceses" en los comicios del pasado domingo, marcados por la abstención y la victoria aplastante de la izquierda, declaró Villepin. Un mensaje de "desafío", de "exasperación" y de "sanción", a juicio del político, cuya principal carencia es no haberse sometido nunca al examen de las urnas. Villepin responsabilizó de la derrota a la apuesta por un partido monolítico, sin espacio para sus diferentes corrientes, y a una "política de reformas dispersa", al día siguiente de que Sarkozy defendiera su intención de seguir adelante con estas medidas.

La división de los conservadores puede acarrear una victoria de la oposición
El rival del presidente denuncia "el fracaso de una política" en las regionales

En realidad, la alocución de Villepin, a la que asistieron unos 200 periodistas y que fue retransmitida en directo por los canales de televisión franceses, fue sobre todo una requisitoria en contra de las iniciativas clave del mandatario, empezando por el polémico escudo fiscal -la limitación de los impuestos al 50% de los ingresos-, la iniciativa de fomentar el trabajo más allá de la jornada de 35 horas sin gravar las horas adicionales y la no sustitución de uno de cada dos puestos de trabajo dejados libres por las jubilaciones en la Administración pública. Tampoco se olvidó de atacar los grandes temas que han dividido a la sociedad francesa -y al partido del presidente- en los últimos meses, como la anunciada prohibición por ley del uso del burka o el debate sobre la identidad nacional.

Villepin esbozó sus prioridades con una marcada tendencia social y apuntó a una "República solidaria" como su máxima aspiración. Defendió así el aumento de los impuestos para los más ricos, propuso la reducción de las diferencias salariales y entonó un mea culpa sobre su antigua defensa de la flexibilidad laboral, una referencia velada al contrato para jóvenes que intentó sin éxito imponer durante su mandato.

La fecha escogida para el lanzamiento del partido, que todavía carece de nombre, tampoco es baladí. El congreso fundacional del movimiento será el próximo 19 de junio, al día siguiente del 60º aniversario del llamamiento a la resistencia que realizó desde Londres el general Charles de Gaulle.

El anuncio de ayer es así el último paso de Villepin, que cuenta con una decena de diputados fieles, en su regreso a la primera plana de la política. El año pasado sus seguidores crearon el Club Villepin, una asociación de apoyo especialmente activa en Internet y que agrupa a unos 15.000 integrantes. La creación de un partido político responde en parte a una voluntad de ampliar la financiación, dado que con la nueva figura el movimiento podrá recibir, además de las donaciones de empresas, las de particulares. Los sondeos otorgan a Villepin alrededor de un 8% de intención de voto, lo suficiente para plasmar en las urnas una fractura del centro-derecha que abra la puerta a una victoria al centro-izquierda.

En cualquier caso, el futuro político de Villepin sigue pendiente del caso Clearstream, en el que Sarkozy figura entre las víctimas de una supuesta denuncia calumniosa. El ex primer ministro, acusado de ser el cerebro de la trama, fue absuelto en primera instancia, pero la fiscalía recurrió la sentencia y la nueva vista debería celebrarse a principios de 2011.

El primer juicio marcó el punto culminante de la enemistad entre ambos dirigentes, que aspiraron a tomar el relevo del entonces presidente Jacques Chirac al frente del centro-derecha. Es ya famosa la frase de Sarkozy de querer "colgar de un gancho de carnicero" a los responsables del caso Clearstream, mientras que Villepin asumió el papel de víctima y denunció el "ensañamiento" del presidente. El juicio podía haber enterrado la carrera del antiguo delfín de Chirac, pero le sirvió de trampolín para su regreso a la política. Y el batacazo electoral de las regionales le aporta ahora el clima idóneo para cuestionar el liderazgo de su rival.

Dominique de Villepin, durante la conferencia de prensa de ayer en París.
Dominique de Villepin, durante la conferencia de prensa de ayer en París.EFE

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