"Ha faltado diálogo con los que hacen negocios legales", reconoce Navarro
La ley antidescargas inicia su andadura parlamentaria. Al anunciar su renuncia como portavoz de la Coalición de Creadores, Joan Navarro reconocía ayer a EL PAÍS que "ha faltado diálogo con el mundo internauta, sobre todo con aquellos que se dedican a los negocios legales en la Red".
Es la hora del debate. Sus señorías deben escuchar a todas las partes.
El objetivo de la ley es frenar el intercambio ilegal de música, libros y películas por Internet. Unos le llaman piratería. Otros, compartir. Todos coinciden en que la tecnología digital ha transformado la industria del entretenimiento. Nunca más será como antes. La cuestión es encontrar el equilibrio justo y que en ese camino no pierda el motor del cambio, la plataforma planetaria de comunicación que es Internet.
El ex presidente del Gobierno, Felipe González, pedía a finales de año a los internautas una "alternativa para defender la propiedad intelectual sin alterar la libertad de acceso y movimientos en la Red". La Carta para la Innovación, la Creatividad y el Acceso al Conocimiento propone la alternativa. Ha sido elaborada por más de 100 profesionales de 20 países y se ampara en la declaración del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU. Identifica "lagunas legales en tratados nacionales e internacionales sobre el acceso a la cultura" y propone un "nuevo modelo de derechos en el contexto digital", que mezcla las dos tradiciones de la propiedad intelectual: el copyright anglosajón y los derechos de autor de la Europa continental.
Ineficaz para defender al artista
La Fundanción de estudios de Economía Aplicada (FEDEA) también publica mañana un análisis (aderezado con datos económicos) sobre la polémica disposición final. Fedea considera la propuesta una "mala idea", "inútil" e "ineficaz" para luchar contra la piratería. También defiende que "favorecerá las grandes discográficas y estrellas a costa de los consumidores y los artistas menores". La reducción de la sobreprotección del copyright, sostienen los autores, "no afecta a los miles de artistas. De hecho es lo contrario: un acceso sin persecución [al fenómeno de las descargas] aumenta sus posibilidades" de darse a conocer.
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