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Escepticismo vecinal

La plataforma Raval per Viure, uno de los colectivos que ha reclamado con más intensidad la descentralización de las llamadas narcosalas, recibía con escepticismo la noticia de la extensión de estos equipamientos a casi todos los distritos. "No me lo creo", afirmaba rotundo Ramón, un miembro de este grupo de vecinos que, como todos, ocultan su apellido y opinan a título personal. Él considera que la descentralización de este tipo de servicios asistenciales es la solución a "los problemas de seguridad, limpieza e incivismo" que ahora se concentran en las calles del Raval, "porque Baluard [la sala de venopunción de este barrio] atrae a toxicómanos de toda Barcelona".

La Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) siempre se mostró a favor de la descongestión del peso de narcosalas que asumía el Raval. El vicepresidente de la federación, Albert Recio, destaca, además, que el reparto territorial supone también "una mejora en el tratamiento de las drogodependencias".

Los vecinos de algunos de los barrios que acogerán nuevos centros de reducción de daños se muestran comprensivos, pero prudentes. Los de Sant Andreu, donde ya hay un comedor social que ha originado un fuerte rechazo vecinal, entienden que el Raval "no puede absorber todos los equipamientos destinados a toxicómanos", afirma el presidente de la asociación, Genís Pasqual. En Poblenou, esperan que entidades y Ayuntamiento se reúnan para "decidir juntos dónde son necesarios exactamente estos espacios", explican en la asociación de vecinos.

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