Decide Pete
Muchas cosas separan al Barcelona y el Madrid, más desde luego de las que mostró el primer partido de esta eliminatoria. A la mayoría supo plantar cara un Madrid dispuesto a contestar a todos aquellos que no dan un euro por él, que son los más. Pero hay alguna cuestión que no tendrá posible solución hasta después del verano, como es su desventaja en la cantidad y calidad de jugadores desequilibrantes. Esos que, llegados al punto crítico en que la tarea colectiva o las tretas ideadas en el banquillo dejan paso a asuntos más individuales, son capaces de dar un paso adelante y decidir casi por sí solos. Al Barcelona le sobran. Empezando por su pareja más mediática, Ricky Rubio y Navarro, y siguiendo por gente como Lorbek y Pete Mickael, al que le tocó convertirse en el hombre del día.
En los minutos decisorios, el estadounidense salió en auxilio de un Barça que poco se pareció durante todo el partido a lo que acostumbra. En cambio, en ese tiempo crítico en que el encuentro tomó su dirección definitiva, el Madrid naufragó falto de acierto y, sobre todo, de algún jugador que le diese una referencia de por dónde tenía que intentar ganar.
Fue una lástima, pues hasta entonces su comportamiento fue impecable. Mostró templanza en un ambiente adverso, supo desactivar a Navarro, no dejó correr a Ricky y hasta la aparición de Ndong no sufrió en exceso su habitual falta de contundencia en las cercanías del aro. Ahí también ayudó cierto empecinamiento azulgrana en buscar el triple a pesar de una evidente falta de puntería. Lo único que le faltó al Madrid fue brillo final para concluir su obra. Y eso no lo da la clase media por muy competente que sea.
Así, el encuentro inaugural fue uno de esos partidos que admite variadas lecturas con vistas al siguiente acto, mañana. El Madrid puede pensar que no anda tan lejos como dicen de su rival y de igual manera que, si en una noche en que el Barca hace un cinco de 25 en triples, no es capaz de ganar, ¿cuándo y cómo lo logrará?
Esta dualidad de criterio es traspasable al terreno azulgrana. O no son tan superiores o lo son tanto que incluso jugando discretamente se llevan la victoria. Mientras lo mastican, lo único que está claro es que al Madrid se le acaba el tiempo. O mañana encuentra algún faro a quien seguir o volverán a Vistalegre con el orgullo probablemente recuperado, pero con la final a cuatro imposible. En otro equipo hasta podría llegar a ser un consuelo. Pero en este no sirven las victorias morales.
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