Un golazo de Torres no basta

Fernando Torres marcó en Old Trafford, en el minuto 5, uno de los goles más plásticos de su carrera. Sólo le sirvió para adornar sus estadísticas (16 tantos en la Liga) y poder enseñárselo algún día a sus nietos. No para llevarse una victoria que habría puesto al Liverpool en la pista para tratar de clasificarse en la cuarta plaza, que da acceso a la Champions, la que ostenta el Tottenham. Como le ha ocurrido a lo largo de la temporada, al Liverpool le faltó creatividad en una línea medular muy plana, dirigida por los anodinos Mascherano y Leyva, y sólo dispuso de dos ocasiones. La del gol y otra al final en la que, tras una pifia de Torres en el remate, el balón quedó en la cabeza de Benayoun, que lo golpeó blando a las manos de Van der Sar. Benítez reservó para el último cuarto a sus jugadores más técnicos, Aquilani, Babbel y Benayoun, que tampoco pudieron abrir el cerrojazo.

El Manchester ya no es el equipo exuberante de otras campañas. Juega con muchas precauciones y con un centro del campo de batalla en el que Park representa el espíritu de la lucha infatigable. Su gol en plancha supuso el triunfo de los de Ferguson, que recuperan el liderazgo, aunque el Chelsea, hundido tras el repaso del Inter en la Champions y que ayer sólo empató con el Blackburn (1-1), lleva un partido menos.

Para el conjunto de Benítez, lastrado por el traspaso de Xabi Alonso, es la décima derrota del curso. El que llegó para suplirle, Aquilani, apenas ha sido un pajarillo asustado en un torneo tan áspero como la Premier. Tampoco Maxi Rodríguez, refuerzo invernal, aportó profundidad en la semana en la que sustituyó a Riera, castigado por atacar a Benítez.

El gol de Torres fue maravilloso. De un taconazo dejó el balón a Gerrard en el centro del campo y partió rumbo a la portería. Gerrard arrancó y abrió a la derecha a Kuyt. El centro era para Torres, que, en décimas de segundo, amagó tres desmarques en el área: primero hacia adentro, después hacia atrás y, finalmente, hacia el balón, que cabeceó tras un salto descomunal enviándolo a la escuadra izquierda, inalcanzable. Por su belleza, el gol remitió al de la final de la Eurocopa.

Rooney, una vez más, fue el mejor del United. Ya no tanto en la faceta goleadora, sino a la hora de retrasarse para desahogar, abriendo a las bandas, el juego de sus compañeros, a pesar de que marcó su 26º gol en la Liga y el 33º en todas las competiciones. Fue de penalti injusto, puesto que el empujón de Mascherano a Valencia fue fuera del área. La decisión arbitral irritó tanto a Torres, que pateó con rabia el punto de penalti, como a Benítez, que se encaró con Ferguson y después mostró una sonrisa irónica. El gol lastimó anímicamente al Liverpool. En un partido de escasas ocasiones y mucha táctica, la tenacidad del Manchester pudo más que la genialidad de Torres.