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Reportaje:

Del aplauso al silencio incómodo

El líder de la patronal pierde apoyos, pero nadie quiere sugerirle que se vaya

Lucía Abellán

El aplauso al patrón se ha convertido, en menos de tres meses, en un silencio incómodo en el seno de la CEOE. Poco antes de que Air Comet suspendiera actividades en diciembre, los miembros de la organización dieron un caluroso aplauso a su líder, Gerardo Díaz Ferrán, cuando puso su cargo a disposición por los problemas que le acechaban y que aún no habían estallado. Ahora, los órganos de gobierno han dejado de ovacionar a Díaz Ferrán cuando alude a sus problemas. Todos se acogen a un silencio tenso. Aunque fuera de los focos se multipliquen quienes lamentan la mala imagen que el presidente proyecta sobre toda la CEOE.

La media docena de dirigentes de la organización consultados, además de algunos representantes sindicales, coinciden en que los problemas empresariales del patrón de patronos calan en el día a día de la organización y condicionan, al menos en parte, el diálogo social. El problema, arguye una de las federaciones consultadas, es la falta de información interna: "No se sabe cómo van las empresas de Gerardo. El mensaje que él transmite es que todo se va a arreglar, pero van apareciendo más cosas".

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Uno de los 21 vicepresidentes que conforman la organización destaca que los fracasos empresariales de Díaz Ferrán no hacen sino acentuar un "problema histórico" de España: el escaso prestigio social del empresario. Las imágenes de pasajeros tirados en los aeropuertos en navidades por el fiasco de Air Comet, las reprimendas de Caja Madrid por no pagar un crédito, la intervención de Seguros Mercurio tras multitud de avisos previos... Esos episodios, incluso si obedecieran, como él defiende, al riesgo empresarial, laminan la imagen del empresariado español.

De momento, el malestar se transmite sólo en conversaciones de pasillo, en contactos privados entre los dirigentes. Un miembro de la organización que le profesa lealtad explica esa falta de rebelión: "Las cosas, entre los empresarios, se ven de forma diferente. No le van a dar la puñalada mientras lucha por sus compañías". Según esta versión, Díaz Ferrán puede haber fracasado como empresario, "pero es un buen presidente de la CEOE. ¿Merece la pena darle la puntilla?", se pregunta.

El líder de la patronal ha sabido granjearse el apoyo de sectores muy dispares. Aunque fue elegido por su antecesor, el histórico José María Cuevas, se apartó de algunas de sus prácticas más polémicas, como los continuos choques con el empresariado catalán y algún resquemor sembrado en el vasco. Hizo de puente entre la vieja guardia y los nuevos, con un sonoro desencuentro que acabó en despido: el del eterno número dos de Cuevas, Juan Jiménez Aguilar, que abandonó la organización con gran malestar. Poco después se fue el director de relaciones laborales, Fernando Moreno, muy identificado con Jiménez Aguilar.

Tras ese conflicto, Díaz Ferrán se ha quedado sin apenas disidentes confesos. El único es Jesús Bárcenas, presidente de CEPYME, que critica su gestión y le achaca no representar a las pequeñas y medianas empresas. Precisamente Bárcenas se enfrenta ahora a la reelección en el cargo, y el ala oficial de la CEOE apoya a otro candidato, Jesús Terciado.

También en Fomento del Trabajo, la filial catalana de la CEOE, hay voces críticas, pero de momento pesa más el gesto que hizo Díaz Ferrán al llegar al mando de recuperar la vicepresidencia catalana que Joan Rosell había abandonado durante el mandato de Cuevas.

El líder patronal ha tenido además la maestría de servirse tanto de Rosell como de Santiago Herrero, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, que le disputó el cargo, para los proyectos más ambiciosos. Ambos tomaron las riendas del diálogo social cuando Díaz Ferrán sufría las turbulencias de Air Comet. "Herrero tuvo que defender el acuerdo de negociación colectiva. Si no, ¿quién lo habría hecho? Díaz Ferrán no está en condiciones de liderar nada", apunta un representante sindical.

Otro de los sectores críticos con Díaz Ferrán es el de la banca. Se trata de una situación delicada, pues en casi todos los discursos del presidente de la CEOE figura el argumento de que la falta de crédito está asfixiando a las empresas. Él mismo padece esa situación en sus negocios, lo que sitúa a la Asociación Española de Banca y a la CECA en una situación complicada dentro de la CEOE. Hasta el punto de que la banca se ausentó de uno de los últimos encuentros extraordinarios que Díaz Ferrán convocó con el comité ejecutivo para hablar principalmente de sus problemas empresariales.

Además de cargar implícitamente contra la banca, Gerardo Díaz Ferrán se ha presentado como víctima de las decisiones del Gobierno (en los casos de Air Comet y de Seguros Mercurio). "Quiere trasladar la impresión de que el Ejecutivo va a por él", subraya uno de los responsables sectoriales.

Ninguna de esas voces discrepantes se ha decidido, de momento, a dar un paso al frente y plantear el relevo. "Si todo se pone tan mal..., ya se verá, pero hoy por hoy, no", asegura un vicepresidente, aunque otro de ellos no descarta que si la situación empresarial se deteriora, alguno de ellos le sugiera dejarlo. No en juntas directivas ni grandes foros, sino en privado.

Díaz Ferrán no tiene la intención de retirarse. Y se cubre las espaldas, al menos en lo que respecta al diálogo social. Porque elegir a potenciales disidentes para que lleven el peso de las negociaciones no es sólo una forma de atraérselos. También constituye una estrategia para señalar a un responsable en caso de que las cosas salgan mal. Ya ocurrió en el pacto de convenios que firmaron con los sindicatos. El acuerdo tuvo contestación interna en la organización, pero siempre se puede argumentar que lo negoció Santiago Herrero. Igualmente, si en la reforma laboral se pacta algo tibio, se puede culpar a quien lleve el peso de las negociaciones y que el presidente quede indemne.

El principal problema en la organización es que no existe plan B si las cosas se complican. No hay un relevo claro para Díaz Ferrán ni nadie se está preparando para la posibilidad de que sus conflictos empresariales estallen de manera traumática y acaben por abrasar del todo su imagen pública. -

Empleados de la empresa El Monasterio del Cobro, contratados por el SEPLA, se manifiestan ante la sede de la CEOE en Madrid.
Empleados de la empresa El Monasterio del Cobro, contratados por el SEPLA, se manifiestan ante la sede de la CEOE en Madrid.EFE

Escépticos respecto al diálogo social

Leales o no a Gerardo Díaz Ferrán, hay algo en lo que coinciden todos los dirigentes de la CEOE consultados: el diálogo social tiene un horizonte brumoso. "No se va a firmar nada; es una repetición del proceso de julio, que cuando llegó la hora de la verdad se disolvió", concluye rotundo un representante sectorial. Otro concede que finalmente puede rubricarse un acuerdo tibio, pero "a espaldas de los órganos de gobierno", que no compartirían la iniciativa.

Los motivos de esa falta de confianza en una reforma laboral pactada con el Gobierno y los sindicatos son diversos, pero tienen mucho que ver con la situación de Díaz Ferrán y los problemas de organización interna. Recientemente el líder se desvinculó en público de la idea expresada por su director de relaciones laborales, José de la Cavada, sobre los contratos para jóvenes. De la Cavada defendió, con micrófonos delante, la creación de un contrato sin indemnización por despido ni derecho al desempleo y por menos del salario mínimo para fomentar el empleo juvenil. Aunque en la última junta directiva se atribuyó a los medios de comunicación parte del impacto de la propuesta, lo cierto es que las palabras de De la Cavada dejaban poco espacio a la interpretación. Y hace poco más de una semana el responsable de relaciones laborales recibió una reprimenda que se esperaba más severa, como para abandonar el puesto. De momento, continúa en la mesa de negociación.

Con más optimismo que la patronal, los sindicatos reconocen los problemas por los que atraviesa el diálogo social, pero confían en reconducir el proceso. -

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.
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