Un 'kosovo' en el corazón de Ferrol
Patrimonio niega protección cultural al casco histórico ante su fuerte deterioro
Sobre el barrio más antiguo de Ferrol se diría que ha caído una bomba de tiempo y abandono. "Es como nuestro pequeño Kosovo", resume Alberto Saavedra, presidente de la asociación de vecinos del barrio. No exagera.
Por cada vivienda habitada hay otras dos tapiadas o en ruinas. Los tejados de muchas casas se han desplomado por completo dejando al aire vigas de madera podrida y grietas tan profundas que dejan pasar la luz. Los árboles han colonizado el suelo de lo que en otro tiempo fueron habitaciones y cocinas, y las ramas se asoman por las ventanas enredándose en los postes de la luz junto al parque infantil de la Praza Vella, a 50 metros del puerto. Degradado, despoblado y bordeando la marginalidad. Con este panorama urbanístico, el ayuntamiento ferrolano se ha topado esta semana con la negativa de la Xunta a reconocer el barrio como Bien de Interés Cultural (BIC). Esta catalogación abre las puertas a la obtención de nuevas ayudas. El chasco para el gobierno local y los vecinos, que promovieron la iniciativa, ha sido monumental. "Es una bofetada moral" admitió el alcalde, Vicente Irisarri, del PSOE, que recurrirá la "caprichosa" decisión de la Consellería de Cultura confiado en que el Gobierno gallego "tendrá que rectificar".
El alcalde ha advertido que no se abrirá "a la especulación"
El año pasado recibió menos de 50.000 euros para reabilitaciones
La Dirección Xeral de Patrimomio se aferró al único de los tres informes que desaconsejaban la catalogación de Ferrol Vello y desechó los dos que abogaban por la protección del barrio. "Los argumentos son débiles y fácilmente rebatibles", apunta el regidor. Defiende que en el barrio se cuentan decenas de viviendas con más de 200 años que deben formar parte de un conjunto monumental junto con el Arsenal Militar, los castillos y el barrio modernista de A Magdalena, que aspira a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. "Ya está bien de que Galicia sea tan tacaña consigo misma", protesta Irisarri, que advierte al PP que el barrio "no se abrirá a la especulación urbanística".
Asomado a la ría y pegado al muelle, Ferrol Vello fue el asentamiento primigenio de la ciudad, que fue creciendo en torno a un castro. Conserva parte de su estructura medieval del siglo XIII con media docena de calles semicirculares ordenadas de forma concéntrica mirando al mar. Como en cualquier barrio portuario, proliferaron pensiones y tabernas, hoy abandonados. No hay supermercados ni cajeros. Apenas sobreviven una docena de bares, una tienda de barrio y un par de estancos con suvenirs de la posguerra.
Los bajos conservan los rótulos de licorerías y negocios muy antiguos, y sólo un par de tascas abren sus puertas hasta la madrugada. De los 36 inmuebles de la calle Carmen Curuxeiras, por donde discurre el Camino Inglés a Compostela, sólo 11 están habitados. De una sus casas de tres plantas y completamente derruida, cuelga el cartel de "se vende" por 70.000 euros.
Desde la asociación vecinal calculan que en todo el distrito de Ferrol Vello están censadas poco más de 2.000 personas de los 74.696 habitantes que tiene el municipio. "El 35% de las casas están habitadas y el 65%, abandonadas o en ruinas", apunta Saavedra. Los vecinos denunciaron "solares que parecían selvas" llenos de ratas. La singularidad del barrio llamó la atención de los Callejeros de Cuatro, que lo patearon de casa en casa esquivando cascotes. Los bomberos se aburren de apuntalar viviendas y de sofocar pequeños conatos de incendio, y la policía, de encontrar indigentes durmiendo entre cartones bajo estructuras que amagan con desplomarse en cuanto sopla el viento.
Desde que se inició el expediente para la catalogación del barrio como BIC, en abril del año pasado, todas las licencias quedaron en suspenso. Hay trece viviendas con la obra de rehabilitación paralizada, y los vecinos se quejan de infinitas trabas administrativas "para poner un ascensor o cambiar un azulejo". Reparten la responsabilidad entre todas las corporaciones que en las tres últimas décadas se cruzaron de brazos viendo "morir el barrio".
Las ayudas del Ministerio de Vivienda y de la Xunta para rehabilitar la ciudad en 2010 fueron tacañas: menos de 50.000 euros a repartir entre 30 intervenciones en A Magdalena, A Graña y Ferrol Vello. En los últimos meses, el municipio ejecutó mejoras en la Praza Vella, la Praza de Carbón y las calles Virxe, Merced o San Antonio que no han logrado cambiarle la cara al barrio. Sin embargo, Ferrol Vello tiene otra oportunidad este año con una partida de los presupuestos participativos de la ciudad. También le corresponden fondos europeos para la recuperación los casos históricos.
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