La UE afronta dividida la solución a la crisis financiera en Grecia
Durão Barroso pide la aprobación "lo antes posible" de un plan de préstamos bilaterales y rechaza que se pueda expulsar del euro a los incumplidores
La crisis de la deuda griega está ampliando las divisiones en el seno de la UE en múltiples frentes. En casi todos los casos se trata de las posiciones de Alemania frente a la Comisión Europea y el resto de países, encabezados por Francia. Fue Berlín quien bloqueó un acuerdo sobre un mecanismo de ayuda a Grecia en las reuniones del Eurogrupo y del Ecofin, a principios de esta semana. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, puso ayer sobre la mesa un nuevo tema de debate: la aprobación "lo antes posible" de un plan de "préstamos bilaterales coordinados".
La creación de este instrumento "no implica su activación inmediata", pero Barroso consideró urgente aprobarlo. "No podemos prolongar más la actual situación. Pido a los líderes europeos que aprueben este instrumento lo antes posible", subrayó durante un encuentro con periodistas. El jefe del Ejecutivo comunitario aseguró que este instrumento será además compatible con la cláusula del Tratado de Lisboa que prohíbe rescatar a un país de la UE y que estará sometido a "condiciones estrictas". Se trataría pues de un plan diseñado dentro de la eurozona y con condiciones y gestión a cargo de los países del euro y sus instituciones.
La posible intervención del FMI enfrenta a Francia y Alemania
Ante la amplitud que van tomando las discrepancias y el encastillamiento de Alemania, el presidente del Ejecutivo comunitario se ha visto obligado a echar mano del Tratado para defender la permanencia de Grecia en la zona euro. En una entrevista al canal de televisión France 24, Barroso afirmó que "de acuerdo con el Tratado de Lisboa ningún país puede ser expulsado de la zona euro". "Algunas ideas", añadió, "pueden sugerirse en el futuro, pero ahora simplemente no son posibles de acuerdo con el Tratado".
El rechazo a las sugerencias de la canciller Angela Merkel ya había sido anticipado por el líder de los liberales en la Eurocámara, el ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, quien calificó de "graves" y "asombrosas" las propuestas de Alemania. "Ésta no es la Europa que hemos construido durante décadas", recordó.
A medida que se acrecienta el clima de incertidumbre que están provocando las múltiples discrepancias en el seno de la Unión, cunde la desazón en el Gobierno griego del socialista Yorgos Papandreu. Su apuesta por sanear las cuentas a costa de serios sacrificios le está saliendo muy cara. El primer ministro griego advirtió esta semana en el Parlamento Europeo de que "si tenemos que seguir endeudándonos con tipos de interés muy altos, y éste es el reto que tenemos, no podremos mantener la reducción del déficit". El líder griego insistió en que no venía a mendigar dinero sino que sólo pedía "un fuerte apoyo político", que debería traducirse en un mecanismo de rescate.
La Comisión Europea es consciente de que esta situación no puede prolongarse por mucho tiempo. Olli Rehn, comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, manifestó ayer que "es importante que la UE alcance la próxima semana una conclusión política más específica sobre el marco europeo para una acción coordinada si es necesaria y solicitada". La decisión debería adoptarse por los jefes de Estado o de Gobierno en el Consejo Europeo que se celebrará en Bruselas los próximos días 25 y 26.
Con independencia del mecanismo específico que se elija (emisión de eurobonos, créditos bilaterales o avales de las emisiones de deuda), el debate se ha centrado también en si el rescate debería ser operado por la UE o por el FMI, como ha sugerido especialmente Alemania y también Holanda, Finlandia e Italia, y como rechaza Francia, favorable a una solución europea.
Sobre la desautorización que supondría para la UE tener que recurrir al FMI para solucionar la crisis griega, Barroso precisó: "Lo que quiero recordar a la gente es que Grecia y todos los Estados miembros de la UE pertenecen al FMI". "De hecho", añadió, "los Estados miembros son de lejos la mayor fuente de ingresos del FMI". En su opinión, "no es cuestión de prestigio, de lo que se trata es de ver cuál es la mejor forma para responder a esta situación". De sus palabras se desprende que la opción de recurrir al FMI, que al principio fue denostada por las instituciones europeas, incluido el Banco Central Europeo, que la consideraba tan absurda como si el FMI interviniera en California, empieza a tomar cuerpo.
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