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Reportaje:

La soledad del clasicómano

Freire y Flecha asaltan la Milán-San Remo por separado tras compartir equipo

Carlos Arribas

Óscar Freire ha pasado casi una semana en un hotel de Dozza, junto a Imola, en Italia, "más solo que la una", único español en el Rabobank, preparando la Milán-San Remo. "Pero ya estoy acostumbrado", dice el tricampeón mundial. "Así ha sido siempre mi vida". Así siempre ha sido la vida de los pocos ciclistas españoles que prefieren una buena clásica a una carrera por etapas y montañas, perros verdes que pagan con el exilio su pasión.

Otros años, sin embargo, las vísperas de la classicissima, Freire tenía con quien hablar en español, con quien relajarse, bromear. Con él estaban en el equipo Pedro Horrillo y Juan Antonio Flecha. El primero ha dejado la bicicleta porque su pierna izquierda destrozada -"a punto estuvieron de amputármela", recuerda- no se ha recuperado de una caída en el último Giro; el segundo ha ahondado en su soledad fichando por un equipo inglés con el que ha pasado las vísperas de la primavera en un hotel del centro de Italia.

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A Horrillo, Freire lo echa de menos, sus conversaciones interminables, su respiración en la cama de al lado, sus chistes, historias y reflexiones. "Durante las carreras no recuerdo a nadie, bastante tengo con centrarme en lo mío", dice. Flecha, sin embargo, sí que se acordó de su amigo. "En todas las bajadas de la Tirreno me acordaba, y quizás, imperceptiblemente, levantaba un poco el pie", dice.

Hoy, en los 300 kilómetros que separan Milán de San Remo, el descenso desde la brumosa Lombardía hasta la soleada Riviera, los cabos, la Cipressa, las mimosas y el Poggio, a través del Turchino, Flecha, que tantos años trabajó para Freire, y Freire, que ya la ha ganado dos veces, se convertirán en rivales. Rivales con ganas, y posibilidades, aunque sus nombres figuren en letra pequeña en las listas de favoritos encabezadas por Boonen, Pozzato, Gilbert y Petacchi, y el novísimo, el prodigio noruego Boasson Hagen. Una lista en la que no están el ganador de 2009, el joven Cavendish, que tan flojo estaba en la Tirreno que, dicen, no tenía ni fuerzas para cambiar, ni el abuelo Armstrong, que renunció a última hora por una gastroenteritis.

Flecha ganó hace tres semanas la Het Volk, la clásica que inaugura la temporada del pavés. "Mi director, Scott Sunderland, me dice que estoy que me salgo, que tenemos que jugar también mi baza, aparte de la de Hagen. Y yo también me veo muy bien", dice Flecha, 32 años. "Estoy mejor que otros años habiéndome entrenado lo mismo porque estoy más delgado gracias a una dieta de cinco días. La hice en el momento justo, perdí mucho músculo, sobre todo en el torso, que lo tenía casi hipertrofiado, y tardé un poco en recuperar, pero después veo que puedo mantener más tiempo los vatios y subo mejor. Eso no me hace un ciclista capaz de dejar en el Poggio a nadie, pero les puedo aguantar mejor y aún puedo soltarles en el llano, sobre todo si hay pavés".

"Flecha tiene experiencia, pero hacer la diferencia antes del Poggio es casi imposible", dice Freire. De la moral del ciclista de Torrelavega, de 34 años, se podría dudar si no se le conociera y juzgando sólo porque en la Tirreno no ha entrado en ningún sprint. "Empecé enfermo y en el último no entré porque es muy peligroso. No vale la pena arriesgar", dice Freire, que de las ocho San Remo que lleva nunca ha terminado peor que octavo y que ganó las de 2004 y 2007. "Es una carrera en la que la experiencia cuenta. Soy el único en activo que ha ganado dos veces y si hubiera tenido más equipo otros años habría ganado más. Este año me encuentro para ganar. Otra cosa es que lo consiga, claro".

Óscar Freire.
Óscar Freire.DIARIO AS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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