Geología de la riqueza
La lista de las personas más ricas del mundo que elabora la revista Forbes -cuyo lema es La herramienta del capitalista- se espera con ansiedad, aunque se sepa que la estructura geológica de los muy ricos regala escasas sorpresas de fuste. Los cambios suelen ser epidérmicos; Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffett o Bernard Arnault no se descuelgan del primer pelotón. Los muy ricos lo son porque han aprendido a salvaguardar intactas sus fortunas.
En la lista de 2009 ha cambiado el trono mundial. El mexicano Carlos Slim, con una fortuna estimada en 53.500 millones de euros, dueño de un holding con más de 200 empresas (las telefónicas mexicanas Telmex y Telcel entre ellas) es, por muy poco, el hombre más rico del mundo. Supera en 500 millones a Bill Gates, el demiurgo de Microsoft y segundo clasificado. La medalla de bronce es para el oráculo de Omaha, Warren Buffett, un profeta de la rentabilidad financiera en medio de la incertidumbre.
En España casi todo sigue igual. Amancio Ortega, dueño de Inditex, sigue siendo el más rico. En el segundo lugar se ha colado Isak Andic, fundador y uno de los propietarios de Mango. En un año ha duplicado su fortuna. Y ahí siguen pese a la recesión Rosalía Mera, accionista de Inditex, Manuel Jove, Alicia y Esther Koplowitz, Florentino Pérez, José María Aristrain y Emilio Botín. Incluso este año ha vuelto Juan Abelló.
Atraídos por las magras nuevas -como el ascenso del brasileño Eike Batista, octavo del ranking mundial, un puesto por delante de Ortega-, los glosadores de Forbes suelen preterir otras evidencias. ¿Es casualidad que varios de los tíos Gilito del mundo controlen sólidos holdings -en el caso de Slim soportado por una suerte de monopolio telefónico en México-, en mercados clásicos? Sólo Gates y Lawrence Ellison, de Oracle, sostienen la llama de las nuevas tecnologías, eso sí, rodeados de siderurgia, telefónicas tradicionales y franquicias. ¿Y dónde están los banqueros, émulos de Rockefeller y Rothschild, que no cotizan entre los 10 primeros del mundo? Y ya puestos a plantear interrogantes a la inevitable lista de ricachones, ¿qué fortuna tiene el señor Steve Forbes, editor de Forbes?
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