Una propuesta para una "consulta histórica"
Sin precedentes ni en el País Vasco francés ni en toda Francia, la consulta convocada de forma paralela a los comicios regionales de hoy por la plataforma Batera invita a 189.422 electores a pronunciarse sobre la creación de una así llamada Colectividad Territorial Vasca, formada popor los territorios de Lapurdi, Baja Navarra, y Zuberoa. Colocadas al margen de los colegios electorales, las urnas de Batera se instalarán en 122 de los 159 municipios dvascofranceses.
Pese a las advertencias del prefecto de los Pirineos Atlánticos, que ha recalcado que "sólo se pueden organizar los comicios regionales y ningún alcalde puede poner a disposición de una asociación una sala o material", 90 alcaldes apoyan esta iniciativa, que se repetirá el próximo día 21 sobre la Línea de Alta Velocidad (LGV).
A modo de referéndum, sus promotores la consideran "una consulta histórica". Es la primera vez que en el Estado francés se plantea esta cuestión al 91% de una población, "demostrando que el problema de la institucionalización es actual cuando se prepara la reforma de las colectividades locales propuesta por el Gobierno de París".
En una rueda de prensa celebrada el pasado martes en Bayona, los responsables de Batera presentaron el dispositivo que colocarán en un total de 198 mesas electorales que serán controladas por un millar de "ciudadanos benévolos" para las dos consultas.
Martine Bisauta, concejal del Ayuntamiento de Bayona, comenta que "esta movilización demuestra que la pregunta planteada no es atizadora, como algunos afirman, y, sobre todo, que no se ha zanjado desde hace 200 años y la gente tiene ganas de expresarse al respecto".
Batera insiste en que la consulta sea organizada en toda regla con sus urnas y sus papeletas, y que no se registre ninguna confusión con las elecciones regionales que se celebran durante estos dos domingos.
Sin embargo, esta insólita consulta, apoyada por fuerzas políticas nacionalistas, ecologistas o grupos de izquierda, no tiene ningún valor jurídico. Sus críticos, como los dos partidos mayoritarios (la UMP y el PS), temen que sólo sirva para desmovilizar, aún más, a un electorado ya cansado y más preocupado por sus problemas cotidianos, como la crisis económica y el desempleo, que por un futuro territorial vasco.
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