Sólo de empuje no se vive

Tan díficil resulta jugarle al Deportivo que el Sevilla, incluso tirando de su amplia chequera y con permiso del Barcelona y el Madrid, no pudo ganar un encuentro clave en la pelea por la cuarta plaza de la Liga.

Fue un encuentro de los buenos en el estadio Sánchez Pizjuán. Quizá, sin el brillo de las citas más excelsas, pero con el brío y el fútbol de verdad de dos equipos con identidad.

Regresó a ratos el Sevilla eléctrico de principios del campeonato para encontrarse con un Deportivo rocoso, conocedor del oficio y capaz como pocos conjuntos de tapar sus defectos y agigantar las virtudes que le hacen ser un contrincante temible.

Manolo Jiménez tiró de todo su potencial para tratar de intimidar al cuadro gallego, sin pensar en la cita europea de la semana que viene con el CSKA de Moscú, y dispuso un once titular de plenas garantías.

Luego, se unieron Luis Fabiano, Capel y el impulso de una grada infalible en busca de un triunfo más que importante. En esos tiempos de revolución, el larguero despidió un remate de Luis Fabiano y Palop salvó un balón milagroso ante Antonio Tomás.

No le importó al Sevilla descubrirse y su valentía fracasó ante el orden del Deportivo, que no agachó la cabeza ante las carreras de Navas y Capel, la omnipresencia de Zokora y los remates de Luis Fabiano y Fazio.

Escapó indemne el Deportivo pese al empuje del Sevilla, mejor en la segunda mitad gracias a su fe. Y queda pendiente, como consecuencia del encuentro, la pelea por el cuarto puesto.

No siempre el empuje le puede valer al Sevilla, que ya se ha dejado demasiados puntos en su campo.

Con mimbres más bien escasos y muchas dosis de trabajo, Miguel Ángel Lotina complicó siempre la vida a su rival, que sólo vio puerta gracias a la estrategia y un gran remate de Fazio.

Pero contestó pronto el Deportivo en una fulgurante contra. Luego, resistió, anclado atrás y con grandes dosis de oficio frente a un Sevilla sin imaginación.