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El conflicto religioso provoca un baño de sangre en Nigeria

Miembros de la etnia fulani arrasan aldeas cristianas y matan a la población

La tensión que se vive desde hace años en el Estado de Plateau, en el centro de Nigeria, ha vuelto a llenar las fosas comunes con cientos de muertos. Los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos han dejado por ahora 500 cadáveres, según fuentes del Gobierno, y 200 hospitalizados. Entre las víctimas hay mujeres y niños. La policía nigeriana, que suele rebajar las cifras para tratar de atajar las consecutivas crisis que se han dado en la zona, cifró ayer en 55 el número de muertos.

Bastaron sólo tres horas de la madrugada del domingo para volver a poner el Estado de Plateau en el mapa. Entre las tres y las seis de la mañana, bandas de la etnia fulani arrasaron varias aldeas cercanas a la ciudad de Ryom, a unos 30 kilómetros de Jos, la capital del Estado. Hombres armados con pistolas, metralletas y machetes entraron en pueblos cristianos como Dog Nahawa y Zot, ocupados en gran parte por la tribu rival de los derom. Primero dispararon al aire para obligarles a salir. Luego se ensañaron con los machetes e incendiaron sus casas.

"Los ataques estuvieron bien coordinados y fueron indiscriminados. Se lanzaron de manera simultánea y las mujeres, los niños y los discapacitados fueron asesinados a machetes y después quemados", declaró Peter Gyang, un vecino de Dogo Nahawa a la agencia France Presse. Los fulani trataban de vengar así las muertes sufridas por su grupo en los últimos ataques de enero. En aquella ocasión, el enfrentamiento causó más de 280 muertos entre musulmanes y cristianos.

A pesar de que el conflicto suele describirse como un enfrentamiento religioso, la lucha entre ambos grupos tiene un trasfondo económico. Los fulani son nómadas y ganaderos, llegados del norte en busca de pastos. Los derom y otras tribus cristianas de las zonas son agricultores y controlan las tierras fértiles que circundan Jos. La capital, rodeada de montañas, es una rareza de clima templado en un país que no baja de los 30 grados en todo el año. La lucha por las fértiles tierras de Jos y sus alrededores lleva dejando cadáveres desde hace décadas: mil muertos en 2001, más de 200 en mayo de 2004, 218 en noviembre de 2008 y casi 300 el pasado enero.

Como en ocasiones anteriores, la violencia se ha detenido por ahora con una fuerte presencia del Ejército nigeriano. El Gobierno del interino Goodluck Jonathan, cristiano y vicepresidente del país, envió a los soldados a la zona para atajar las posibles represalias que puedan surgir en los próximos días. "Los militares están por todas partes y la carretera a Abuja [capital de Nigeria] sigue cortada", asegura Gymba, empleado de una granja en la ciudad de Vom, a unos kilómetros de Jos. El Ejército se ha hecho cargo además de los entierros masivos. Los militares acordonaron las fosas comunes y no permitieron que los familiares presenciaran los enterramientos.

Frenar la escalada de violencia es uno de los retos del gabinete del vicepresidente Jonathan mientras el presidente del país, el musulmán Umaru Yaradua, se recupera de sus problemas de corazón.

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Habitantes del pueblo de Dogo Nahawa, cerca de Jos, observan una fosa común llena de cadáveres.
Habitantes del pueblo de Dogo Nahawa, cerca de Jos, observan una fosa común llena de cadáveres.REUTERS

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