Soledad Abad Rico, una vida dedicada a la Administración
Ésta es una nota que nunca me hubiera gustado escribir. Soledad Abad nos ha dejado, repentinamente, el 6 de marzo, en Ampudia (Palencia), sin ninguna señal que nos permitiera imaginarlo. Sole (Marisol para su familia y antiguos amigos) vivió siempre de y para la Administración, pero huyendo de todo protagonismo público. Hacía su trabajo, por importante que fuera, sin que se notara.
Soledad Abad había nacido en Madrid en 1949, y yo la conocí a principios de los años setenta. Desde entonces, y a pesar de los cambios en nuestras responsabilidades, la colaboración fue una constante. Presidenta de Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE) durante muchos años, prefirió no aceptar la oferta de incorporarse como alto cargo en 1993 al Ministerio de Economía.
Honestidad y lealtad
De CESCE pasó a París y de allí en esta ocasión sí me acompañó a Bruselas durante mi periplo de comisario europeo, y, sin dudarlo, cuatro años más tarde, como jefa de gabinete de la Vicepresidencia Económica, ya en Madrid. Para mí fue un lujo contar con una persona de sus características: excepcional inteligencia, certero criterio para discernir entre lo esencial y lo accesorio como nunca vi en otra persona, gran capacidad de trabajo y, por encima de todo ello, una honestidad y lealtad institucional excepcional, única.
Fue una pieza clave de mi equipo en esos años. Sole perteneció a ese escaso grupo de altos funcionarios que dedicó su vida profesional al sector público para conseguir que este país fuese mejor. Su obsesión por ello permitió que lo conseguido superara en mucho lo que los observadores externos puedan imaginar. Desde hace unos años era consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Pero Sole Abad ha sido mucho más que una gran funcionaria. Disfrutó de la vida. Cultivó la amistad con generosidad. Su Grupo de París fue tal vez el reducto que más le apasionaba últimamente para la conversación y el debate. Fue una gran viajera, incluso aventurera, pasión que le duró hasta el último momento. Era difícil encontrar una persona que te pudiera dar más y mejores consejos para preparar un viaje, ella siempre había estado allí y su excelente memoria era fuente extraordinaria de información.
Pero si algo define a Sole no será su trayectoria profesional, ni siquiera sus muchos amigos, sino su pasión por la música y, especialmente, por el canto. Decía envidiar las voces de las grandes cantantes, y no pocas veces hemos sido testigos de su capacidad de emocionarse en una buena sesión de ópera.
Todos te echaremos de menos tras tantos años de generosa amistad, pero yo, mucho más.
Chennai, India, 7 de marzo de 2010.
Pedro Solbes es ex vicepresidente segundo del Gobierno y ex ministro de Economía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.