Nadie contaba con Ibrahima
El joven delantero del Atlético logra el empate ante el Zaragoza en el último momento
No se cobró su parcela el Kun y menos remató Forlán, por lo que al efervescente Zaragoza casi le alcanzó con zancadillear a Reyes para maniatar al Atlético, falto de recursos y de pegada. Recordó al equipo de antaño, descompensado por sus flaquezas en la primera línea y necesitado de la inspiración en el remate. Hasta que apareció Ibrahima, redentor y oportunista, que se inventó un cabezazo y firmó las tablas con el Zaragoza, aplicado en el repliegue y acertado a balón parado, pero sorprendido en el resuello final.
Regenerado por la vitamínica retórica de Quique Flores, Reyes ofrece desde hace unos meses su mejor versión, la que deslumbraba en Sevilla, pero que se desbravó en Londres. Es un futbolista nuevo, un trampolín necesario para el Atlético, toda vez que Jurado ha perdido protagonismo y restado el último pase para el equipo. Sin un gran angular en la frente, Reyes opta por la conducción. Corre con el cuero ligado al pie, exquisito en el requiebro. La artimaña carbura cuando Forlán o Agüero le barren el frente con los desmarques. También resulta riquísima cuando Tiago le acompaña y le facilita paredes o una salida en caso de entuerto mayor. Anoche, sin embargo, los delanteros se atornillaron en el césped y el centrocampista prefirió sujetar la atestada medular a buscar las segundas jugadas. Y si algo chirriaba, agresión a Reyes. Tacos por delante y jugador a la lona. Hasta que el 19 perdió la cordura. Aislado Reyes, deslucido el Atlético.
ZARAGOZA 1 - ATLÉTICO 1
Zaragoza: Roberto; Diogo, Jarosik, Contini, Ponzio; Gabi, Edmilson, Ander Herrera (Aguilar, m. 89); Arizmendi (Jorge López, m. 80), Suazo y Eliseu (Lafita, m. 73). No utilizados: Carrizo, Paredes, Colunga y Babic.
Atlético: De Gea; Valera, Perea, Ujfalusi, Domínguez; Simao (Salvio, m. 66), Assunçao (Ibrahima, m. 87), Tiago, Reyes; Agüero y Forlán (Jurado, m. 58). No utilizados: Asenjo, Camacho, Raúl García y Juanito.
Goles: 1-0. M. 7. Jarosik. 1-1. M. 92. Ibrahima.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Contini, Arizmendi, Valera, Ponzio, Eliseu, Roberto, Gabi y Tiago. Expulsó con roja directa a Reyes (m. 69). Él y Tiago se perderán el próximo partido.
La Romareda. Unos 25.000 espectadores.
Hastiado de levantarse del césped, Reyes soltó el brazo, golpeó a un rival y vio la roja
Ningún equipo hurgó en el punto débil del rival, los falsos laterales izquierdos
No le desagradó el menú a La Romareda, que ha variado sus prioridades. No hace tanto que exigía la excelencia en el juego además de victorias. El sobresalto del descenso y estar en arenas movedizas a principios de curso han vomitado lo estético. Se aplaude la presión, el entramado defensivo y el ejercicio de solidaridad. Nada mejor para este Zaragoza, tan ruborizado como atolondrado con el cuero en los pies, cómodo sin la iniciativa y en el juego directo. Ahí aparece Chupete y su generoso pecho. No le amedrenta a Chupete la escasez de centímetros: tira de su amplitud, de su envergadura para ganar la posición y hacer de aduana sobre el juego directo. Balón al pie, pantalla con los brazos y el trasero y pelota para las carreras de Eliseu o Arizmendi. Aunque Suazo tampoco hace ascos a las jugadas individuales. Probó con dos disparos lejanos. Uno lo desbarató De Gea, el otro peinó el larguero.
Pero ninguno de los dos equipos fue capaz de hurgar en el punto débil del rival, los falsos laterales izquierdos. Reyes optó por la diagonal, demandado como estaba en la construcción. Y el Zaragoza no hizo hincapié en Domínguez, tan solvente como equilibrado de central, pero tembloroso y descolocado carrilero. Así que el conjunto blanquillo exprimió las jugadas a balón parado, una suerte que se le da a las mil maravillas. Sacó Gabi un córner, lo atendió al primer palo Jarosik y cabeceó a gol ante la mirada de De Gea. Del Atlético no hubo noticias, más allá de la exasperación definitiva de Reyes, hastiado de levantarse del suelo, que soltó el antebrazo, tumbó a Eliseu y vio la tarjeta roja. También hundió al Atlético. O eso pareció. Nadie contaba con Ibrahima, que se elevó sobre la zaga, asemejó mantenerse en el aire y marcó los tiempos para conectar un cabezazo que descuajaringó al Zaragoza. Ibrahima como revulsivo, como hachazo.
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