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Columna
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Una de 'oscars'

Supongo que a mucha gente le resultará extraño que este año en los oscars sean diez las películas nominadas. Suena a bilbainada. Pero la decisión de doblar el número de candidaturas poco tiene que ver con darle emoción al asunto (aquí eso de "cualquiera puede ganar"... como que no), sino parece más bien un intento para remediar un problema que podría resultar más propio de España que de Hollywood: cuando las películas nominadas las ha visto poco público, el interés de los medios decae y las audiencias de la retransmisión de la gala bajan estrepitosamente.

Sucedió el año que ganó Crash (la mala, la de Paul Haggis, no la de Cronenberg) o el del triunfo de los Coen con No es país para viejos. Se trataba de películas con datos de taquilla bastante discretos y que no tenían mucho predicamento entre el gran publico. Apuntaba que parecía un problema español, porque aquí ha ocurrido lo mismo: no generan la misma atención unos Goya ganados por La soledad que por Celda 211.

Pues bien, la Academia de Hollywood estaba estos últimos años bastante apurada porque sus premios los estaban copando películas mas marginales de lo que deseaban, así que si se ampliaba el abanico de candidatos a Mejor Película era posible que entrasen en liza grandes éxitos del cine estadounidense. Y así ha pasado, aunque seguramente si los nominados hubieran sido cinco también se habría colado en la ronda final la película más taquillera de la historia del cine: Avatar.

Ya sé que lo de los gustos es un tema imposible de discutir y que Avatar es objeto de devoción por parte de millones de personas. Tanta influencia ha tenido esta película que hay gente que al salir del cine y comparar nuestro mundo con Pandora se deprime y tiene instintos suicidas (no es una ninguna broma ni estoy exagerando: busquen en Google). Pero personalmente me niego a pensar que esta película con pitufos gigantes en una macrotienda de Natura sea la mejor película del año y un antes y un después en el arte cinematográfico. Es una cuestión de estomago: Avatar me da acidez. Puedo entender que forme colas en el cine, pero que obtenga reconocimiento en forma de Globos de Oro u oscars me parece una tomadura de pelo.

Supongo que la condición de favorita de la película de James Cameron elevará las audiencias de la gala y también caldeará el ambiente otro factor más propio del mundo del cotilleo. Hablo del morbo de que su gran rival sea En tierra hostil, dirigida por su ex esposa Kathryn Bigelow. Pero en ese tema no hay mucho que rascar: no son divorciados tipo Jesulín y Belén Esteban, se llevan estupendamente e incluso han llegado a trabajar juntos después de su separación. Pero claro, es mucho mas divertido especular con su rivalidad profesional y personal. Es parte del espectáculo.

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