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Reportaje:

La red vasca de Patarroyo

El científico mantiene un vínculo especial con Euskadi desde que lo conociera en los noventa gracias al ex rector de la UPV Peio Salaburu

"Todos, de las bacterias en adelante, salvo los virus, sólo buscamos dos cosas en nuestra existencia: reconocimiento y afecto". El científico Manuel Elkin Patarroyo (Colombia, 1946), sonriente, posa para la foto de familia. Le acompañan, entre otros, el ex lehendakari, Juan José Ibarretxe, el presidente de la Real Sociedad, Jokin Aperribay y familiares del empresario asesinado por ETA, Ignacio Uría. Acaba de recibir uno de los premios 2009 de la Fundación Sabino Arana, en el Palacio Euskalduna de Bilbao. Ya hace más de 20 años que logró crear la primera vacuna sintética contra la malaria y tras un periodo de claro oscuros en su carrera profesional, volvió, el 31 de enero, otra vez al País Vasco, para recibir el galardón con una noticia: el desarrollo de su vacuna alcanzará el 95% de efectividad y costará 20 céntimos.

"Lo que tiene aquí son grandes amigos", concluye Mari Luz Bellido

El científico consiguió crear la primera vacuna sintética contra la malaria a finales de los años ochenta, en un país, el suyo, Colombia, lejos de los centros de investigación de referencia anglosajones. Empezó entonces una carrera en busca del reconocimiento a su trabajo, pero, sobre todo, marcada por una forma de ser, altruista y honesta; donó su descubrimiento a la Organización Mundial de la Salud, cuando podría haber firmado un contrato multimillonario con cualquier farmacéutica.

Al País Vasco llegó invitado por Peio Salaburu, ex rector de la UPV. Antes había coincidido con él en Madrid, en 1996, cuando la Universidad Autónoma premió la carrera profesional del científico colombiano. "En aquel acto también se le otorgó una medalla de oro a la familia de Francisco Tomás y Valiente -asesinado por ETA en febrero de ese mismo año en su despacho de la universidad-, yo era el padrino. Le conocí en la comida y le invité a venir". Así empezaron las conferencias por el País Vasco y otro aluvión de reconocimientos. Doctor Honoris Causa por la UPV en 1999, por la de Cantabria y Navarra, que se sumaban al premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1994.

"Conoció el País Vasco por mí", sentencia Salaburu. El profesor le descubrió, entre otros, Zumárraga, Hondarribia y San Juan de Luz. Y le puso en contacto con miembros de la comunidad científica vasca con los que lleva trabajando desde entonces.

José Luis Pedraz Muñoz, catedrático de la Facultad de Farmacia de la UPV, acogió en su laboratorio a finales de los años noventa a un discípulo de Patarroyo. Ya conocía a su mentor, coincidió con él en un congreso en Vitoria sobre salud pública. Junto al pupilo desarrolló y mejoró algunos aspectos de la SPF 66, la vacuna del científico colombiano, relativos a la tecnología farmacéutica. "Es una persona muy trabajadora, un gran comunicador, sabe transmitir muy bien lo que piensa y desarrolla", describe Muñoz, pero, sobre todo, "tiene una gran faceta humana. Guarda una cantidad ingente de conocidos y amigos y no sólo del ámbito científico. Tiene mucha relación con artistas, escultores y personas de otras disciplinas porque es un hombre polifacético".

En el País Vasco no le faltan casas de amigos en las que guarecerse cuando viene, como la del artista Agustín Ibarrola. Él y su mujer, Mari Luz Bellido, le conocieron gracias a Salaburu. "Fuimos a una conferencia de Patarroyo, Peio [Salaburu] nos convenció, nos dijo que merecía la pena escucharle y desde entonces somos amigos", relata Bellido.

Una relación correspondida cuando los de aquí le visitan en Colombia, a todos ha acogido en su casa y todos coinciden en describirle como una gran persona. "Siempre se ha preocupado por los más desfavorecidos y ha intentado transmitir sus conocimientos hasta a los niños colombianos en las escuelas", sostiene Muñoz.

Y aquí, en el País Vasco, ha encontrado lo que, como afirmó en el Palacio Euskalduna el pasado 31 de enero, buscan hasta las bacterias: reconocimiento y afecto. "Lo que tiene aquí son grandes amigos", concluye Bellido.

Y conoció a Pasteur...

"Cuando hice la primera comunión, mis padres me regalaron un libro sobre Pasteur. Empecé a darme cuenta de lo que era la muerte y me hice el propósito de salvar vidas a través de las vacunas", declaró el científico Manuel Elkin Patarroyo (Colombia, 1946) en 1994 en una entrevista a este periódico, tras recibir el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica. El anuncio de que había conseguido crear la primera vacuna sintética contra la malaria revolucionó el mundo científico. Tenía un 30% de efectividad. De aquello hace ya más de veinte años y desde entonces no ha dejado de trabajar para que ese porcentaje alcance el 95%. Por el camino, ha tropezado con un puñado de baches que siempre parece haber estado preparado a sortear; problemas de financiación para sus proyectos y hasta perdida de credibilidad de algunos sectores de la comunidad científica internacional.

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