Tacos finos, finos
En el siglo XX México deglutió a los supermanes yanquis y creó sus propios superhéroes: los luchadores. "Con Betty Boop pasó igual, nuestra versión se llamaba Lulú y su carita estaba en los refrescos que tomábamos de niños; el nombre es nostálgico, pero con ironía", dice Pepe Ponce Martel, socio del Lulú Taco Bar. En la pared se proyecta una vieja peli de Pedro Infante. En los altavoces prima el jazz, pero a veces suenan Los Tigres del Norte, un poco como una broma, porque aquí se huye del topicazo. "Madrid ya tiene unos 30 restaurantes mexicanos, nosotros no queríamos revivir muertos, estamos hartos del cliché Frida Khalo", dice Pepe, que fue jefe de cocina del fulgurante Home Burger antes de meterse en esta aventura con dos amigos periodistas. Los tres mexicanos quisieron crear "un espacio abierto a la cultura donde se den buenos tacos".
Lulú Taco Bar
Luna, 22. Madrid.
Teléfono: 915 22 54 01.
Recién inaugurado junto a la plaza Luna, el Lulú es un espacio sin estridencias. ¿Tapices de colores, máscaras, parafernalia azteca? No, gracias. En la decoración sólo hay guiños al mexicanismo; en los platos es otra historia. La promesa de "tacos finos" de la puerta se cumple con creces. De nopal, tinga, lengua, al pastor... los tacos (2,50 euros de media) son la estrella del menú. Si se prefiere usar cubiertos es delicioso el pastel azteca (con cuitlacoche, "la trufa mexicana", según Pepe).
La otra gran baza del Lulú es aplicar "la cultura del vino" a tequilas y mezcales. Sus exquisitos destilados borrarán los prejuicios de más de uno. El tequila se degusta, no de un trago; el mezcal sirve para hacer cócteles como el Amapola (con fresa, invento de la casa). Que tiemble la Margarita.
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