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Columna
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La barrera Simonetti

A Pablo Simonetti no le conoce nadie en España. Es un ingeniero chileno que un buen día, a los treinta y pico años, decidió abandonar su carrera próspera para entregarse de lleno con temeridad a la literatura. En 1997 ganó uno de los premios más reputados de Chile con un relato breve que escandalizó a la sociedad biempensante del país. Después publicó una novela, Madre que estás en los cielos, que le convirtió en una estrella literaria y que fue lanzada por su editorial de entonces -Planeta- en toda Latinoamérica. Su siguiente novela, La razón de los amantes, volvió a ser un éxito de ventas arrollador y cautivó a todo tipo de lectores, desde los ocasionales hasta los más curtidos, desde México hasta Argentina. Su último libro, La barrera del pudor, editado en septiembre en Chile y ahora en España por La otra orilla, desbancó del trono a la mismísima Isabel Allende, que acababa de presentar La isla bajo el mar. Simonetti tiene aires de galán cinematográfico, es inteligente, es buen comunicador y escribe un tipo de literatura que unos paladean y otros devoran. Es decir, es el prototipo de autor que cualquier editorial desearía tener en su catálogo: reputado, mediático y rentable. ¿Cómo es posible entonces que haya tardado más de diez años en llegar a España? Sería consolador poder decir que ha sido un azar o una excepción, que sólo se ha tratado de una anomalía editorial, pero lo cierto es que no es así. Hay incontables autores latinoamericanos que han triunfado en aquel lado del océano y que en España permanecen inéditos o han sido publicados casi clandestinamente. El argentino Guillermo Saccomanno, por ejemplo, que acaba de ganar el Biblioteca Breve, tiene una larga trayectoria en su país, donde obtuvo el Premio Nacional, y en 2009 fue galardonado en Gijón con el Premio Dashiell Hammett, pero hasta ahora nadie se había decidido a publicarlo en España. Federico Jeanmaire, Pablo Casacuberta, Lina Meruane o Antonio Úngar son nombres absolutamente desconocidos en nuestro país. A Jorge Marchant Lazcano, que es un poderoso novelista, hubo de publicarlo aquí la editorial Egales porque Alfaguara, su editorial chilena, no se decidió a exportarlo. El peruano Fernando Ampuero, que escribe unas novelas corrosivas, delirantes y conmovedoras, también tuvo que travestirse editorialmente en España, donde Salto de Página lo publicó con más voluntad que fortuna. Y así se podría continuar hasta el infinito. El camino inverso, de España a Latinoamérica, es casi más desolador. Quitando a un puñado de autores como Rosa Montero, Almudena Grandes o Pérez-Reverte, los escritores españoles están ausentes en las librerías de Argentina, Colombia, Chile o Perú. José Ovejero, Vicente Molina Foix, José María Merino o Marcos Giralt Torrente, por poner ejemplos notables de generaciones diversas, son conocidos, en el mejor de los casos, por especialistas universitarios. Además de un océano, entre España y Latinoamérica hay una barrera, que no es, como la de Simonetti, de pudor, sino más bien de soberbia. Sigue existiendo un extraño recelo y una incomprensible impericia editorial para hacer que ese océano sea navegable. El e-book, por fortuna, acabará de golpe con esa barrera, pues podremos entrar en las librerías de cualquiera de esos países y, sin necesidad de traducción, comprar lo que nos interese. Mientras tanto, es una buena noticia que una editorial analógica como La otra orilla, que ahora publica a Simonetti, se dedique a traernos libros de aquellas tierras tan lejanas. .

Luisgé Martín (Madrid, 1962) ha publicado recientemente la novela Las manos cortadas (Alfaguara. Madrid, 2009. 460 páginas. 20,50 euros) y es autor del blog El infierno son los otros. www.gentedigital.es/blogs/infierno/

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