_
_
_
_
Entrevista:CARMEN LINARES | Cantaora de flamenco

"Para recogerme ya tendré tiempo a partir de los 80..."

Carmen Pacheco Rodríguez, doña Carmen Linares para el mundo del arte y el flamenco, es una pura celebración de la vida. No sólo porque vivir merece la pena gracias a voces como la suya, sino porque conserva a sus casi 59 años -los cumple la próxima semana- la ilusión, el brillo en esos ojos verdes y la frescura de una chiquilla. Mírenla acicalándose entre risas con sus potingues de maquillaje, presumiendo de expresión lozana y aún mejor humor. "Isabel Allende me dijo que las mujeres nos hacemos invisibles a partir de los 50, pero yo me niego a aceptar esa teoría", advierte. Y su coquetería risueña lo confirma.

En una bandejita la esperan un plátano y su tacita de té con limón antes de salir a la escena del Circo Price, donde anoche inauguraba (tras Vicente Soto, Sordera) la edición número 18 del Festival Flamenco de Caja Madrid. Su agenda, pese a lo achuchado que está ahora todo, sigue siendo un hervidero: entre los días 18 y 28 de este mes protagoniza en los Teatros del Canal una versión del lorquiano Poeta en Nueva York a cargo de la compañía de Blanca Li, busca fecha para estrenar un nuevo espectáculo (Verso a verso) sobre "la voz del pueblo y de los poetas" y urde con su "admiradísimo" Miguel Poveda un homenaje a Miguel Hernández para el que sólo falta salvar el escollo de la financiación.

"Hay que adaptarse y evolucionar con la vida, como hacen ahora los jóvenes"
"El aplauso siempre hace ilusión. Porque una es un poco presumida"

"Ando tan absorta con unas cosas y otras que no me da tiempo pa ná", exclama con ese desparpajo tan suyo. Pero no es del todo cierto: también cuida a la mamá, de 87 años, y ejerce de madraza ("ése es el oficio más importante de mi vida") con sus tres churumbeles, de 22, 25 y 30 años. Especialmente ahora con el mediano, Eduardo Pacheco, que le acompaña de segundo guitarrista. "Como si no tuviera ya bastante con mis nervios, ahora me toca ponerme nerviosa también por él", se confiesa la de Linares.

Pregunta. 40 años después de su primer disco, ¿se ha acostumbrado ya a los piropos?

Respuesta. Qué va. Aún me da alegría y emoción que me paren por la calle. El flamenco tiene esa cosa especial que llega o no llega, pero el aplauso siempre hace ilusión. Porque una es un poco presumida, sí. ¡Como buena terrícola!

P. ¿Y el mayor halago que se le podría hacer sería considerarla heredera de La Niña de los Peines?

R. Eso me da un vértigo que es demasiado. Las comparaciones con Pastora aún me inspiran pudor, porque ella fue la pionera.

P. Usted se asentó en Madrid en 1965. ¿Era todavía aquella una ciudad en blanco y negro?

R. Sí, pero entonces no fui consciente: era muy joven y me sentía contentísima con la vida. Estaba saliendo del cascarón y sólo con el tiempo comprendí que las carencias en materia de libertad eran muy grandes. Por eso yo también comencé a cantar en el Johnny

[colegio mayor San Juan Evangelista], aunque no me significara tanto como Menese o Morente.

P. ¿Aprendió más en los teatros o en los tablaos flamencos?

R. El tablao es donde haces callo. Puedes actuar en La Fenice de Venecia, pero sólo aprendes si tienes a los buenos alrededor. Y en los tablaos cantaba a diario rodeada por los artistas mejores y más puros.

P. A usted nunca le preocupó demasiado la pureza...

R. Porque hay que adaptarse y evolucionar con la vida, como hacen ahora los jóvenes. Los bailarines de Poeta en Nueva York repasan las coreografías conectados por Internet, cada uno en su casa. Cosas así habrían resultado impensables hace poco, pero hay que subirse al tren.

P. ¿Es usted flamenca también en los horarios?

R. ¡Uy, sí! Yo soy una polvorilla. Siempre soy la que cierra el cuadro, me quedo charlando la última de todos. Después de los conciertos surgen cosas y me gusta quedarme por ahí, a ver qué se cuece. Que los chistes y las anécdotas de los compañeros son muy sabrosos, hombre. Y para recogerme ya tendré tiempo a partir de los 80...

La cantaora flamenca Carmen Linares posa en el escenario del Circo Price.
La cantaora flamenca Carmen Linares posa en el escenario del Circo Price.LUIS SEVILLANO

Cuatro noches de flamenco en el circo

El primer gran festival flamenco del calendario madrileño alcanza su mayoría de edad con un emplazamiento inédito (el Teatro Circo Price) un presupuesto idéntico al de la edición anterior (250.000 euros) y el propósito de que el Palacio de la Música, en la Gran Vía, se erija como sede permanente en el futuro. Tras el cierre del Albéniz, la elección de los Teatros del Canal no dio buen resultado en 2009: un emplazamiento muy frío para el flamenco y apartado del cogollo de tablaos. Para afianzar la cita, los programadores han optado por un cartel de nombres contundentes, casi todos muy populares y sin hueco esta vez para artistas emergentes. Carmen Linares accedió a definir a los compañeros que la suceden en el escenario hasta el sábado.

- Mayte Martín (martes 16). "Es una artista muy personal y que ha roto muchas de las formas que existían antaño", asegura de la cantaora barcelonesa. "Una persona muy libre. Siempre ha hecho los discos que quería hacer; todos muy distintos y todos muy emocionantes".

- Enrique de Melchor (martes 16). "Un gran amigo. Toca clásico, pero en su tiempo fue muy rompedor. Era difícil crecer al lado de su padre, Melchor de Marchena, pero lo ha conseguido. Porque el padre era capaz de extraer un sonido reconocible desde el primer rasgueado en la guitarra".

- Diego el Cigala (miércoles 17). Al madrileño se le sigue recordando por los clásicos latinos de Lágrimas negras, junto a Bebo Valdés. "Quienes sólo le conozcan de esa faceta se sorprenderán de su hondura flamenca. Canta todos los palos y todos los canta muy bien".

- Toni el Pelao (miércoles 17). Un bailaor de dinastía gitana centenaria al que Linares profesa un enorme respeto. "Proviene de una generación anterior y conserva un baile muy puro, intacto. Es una forma de expresión que le sale de muy dentro".

- Arcángel (viernes 19). Onubense de 32 años, una debilidad personal para la autora del disco Raíces y alas. "Tiene una voz muy bonita y es un estudioso del flamenco. Le conocí en un montaje de la obra La Parrala. Le apodaba El niño del COU porque llegaba a los ensayos con la carpeta bajo el brazo. 'Ez que he tenío un ezamen', se nos disculpaba".

- Dorantes (viernes 19). Por estilo, el pianista lebrijano. David Peña Dorantes parecería el más alejado de Carmen Linares. "Pero él es un flamenco de casa y casta: hijo del tocaor Pedro Peña y sobrino de El Lebrijano. Tiene una expresión muy flamenca, y eso es independiente de que la desarrolle con la guitarra, una flauta o las teclas del piano".

- Enrique Morente (sábado 20). ¡Qué decir! Carmen es madrina de su hija Soleá, y tanto a ella como a Estrella Morente las ha paseado en docenas de ocasiones por la Dehesa de la Villa. "Es uno de los más grandes artistas que ha dado nunca el flamenco, dicho sea a boca llena".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_