El problema de Lisandro
El fichaje más caro del Lyon, 24 millones, se ve obligado ahora a partir desde el costado izquierdo, donde pierde eficacia goleadora
La primavera de 2004 descubrió a la hinchada del Racing de Avellaneda una extraña flor del fútbol. Era un joven de 19 años que buscaba cada pelota como si fuese la última. Venía de un pueblo de la provincia de Buenos Aires, en el corazón de La Pampa húmeda. Los viejos tribunos confirmaron que, en su origen rural, el futbolista había adquirido una presencia física y una tenacidad que inmediatamente les recordó al Mencho Medina Bello.
A diferencia de aquel héroe albiceleste de los ochenta, los hinchas observaron que la nueva aparición tenía cualidades más sofisticadas. Además de cargar como un toro y cabecear con maestría, golpeaba seco con ambas piernas, era hábil para gambetear y sabía convertir una sandía en un melocotón. El chico confirmó los apuntes convirtiéndose en el goleador de aquel Torneo Apertura con 12 tantos. Lisandro López se llamaba. Fue el primer pichichi del Racing desde Walter da Silva en 1969. Al año siguiente fue traspasado al Oporto. Desde el verano pasado juega en el Lyon, que pagó por él lo que nunca había desembolsado por un futbolista: 24 millones de euros. Hoy será el principal encargado de romper la racha de Casillas, que lleva tres partidos sin encajar un gol.
"Hay jugadores que surgen del anonimato y acaban por ser figuras, estrellas en sus equipos", dijo Lisandro cuando le preguntaron por el precio de su traspaso. En Francia fue una sorpresa que el presidente del Olympique, Jean-Michel Aulas, se decidiera a traspasar la barrera de los 20 millones por un futbolista. Era preciso cubrir el hueco que habían dejado los dos talentos del equipo, traspasados en el verano: Juninho Pernambucano y Benzema. A Lisandro le señalaron como heredero del segundo. Pero él se resistió. "Tengo bien claro que no vengo a sustituir a Benzema", protestó; "ni a Benzema ni a nadie que haya estado antes en el Lyon".
Empezó metiendo cinco goles en el campeonato francés y se puso al frente de la tabla de artilleros. Los gones, los hinchas que llenan Gerland, le adoptaron pronto. En Lisandro reconocieron al jugador capaz de canalizar la pasión de las gradas.
Como Tévez, Lisandro pertenece a la clase de atacante argentino que se siente cómodo en la pelea y conecta bien con el público. Su problema es que últimamente se le ha visto correr más y rematar menos. La decisión de Claude Puel, el técnico, de cambiar de esquema y pasar a jugar con un 4-3-3 le perjudicó. En el vértice ofensivo, Puel situó al tosco Gomis y a la izquierda, actuando como un falso extremo, a Lisandro. "Gomis es un jugador fuerte, que juega bien de espaldas al arco y que actúa como un pivote", dice el argentino, diplomático, antes de morderse los labios; "yo me siento cómodo jugando alrededor de él".
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