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Columna
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El gobierno de Arenas

El primer gobierno en la sombra de Javier Arenas tiene ya tres lustros. Lo presentó en abril de 1995, en la denominada legislatura de la pinza. Estaba formado por 18 personas e incluía una secretaría de la presidencia y ocho consejerías (gobernación, economía y trabajo, hacienda, obras públicas y transportes, agricultura y pesca, turismo y medio ambiente, salud y servicios sociales, educación y cultura). Este gobierno paralelo -cuya fotografía descubro de nuevo en la hemeroteca- pretendía realizar un seguimiento "minuto a minuto" del ejecutivo socialista y lo justificó diciendo que "pretendía poner de manifiesto que Andalucía no podía perder más tiempo con un Chaves aferrado al sillón".

15 años después de aquel organigrama hay un hecho llamativo, de aquella fotografía apenas queda nadie con acta de diputado. Los únicos inalterables en la instantánea son Arenas y dos parlamentarios que siguen en la cámara, Ana María Corredera y Salvador Fuentes Lopera. El resto se quemó a la sombra de Arenas.

Teófila Martínez también anunció su propio gobierno en la sombra. Fue en el año 2000. Se trataba, dijo, de estrechar el marcaje a los consejeros del Ejecutivo socialista con un organigrama compuesto por varias personas y un responsable último del seguimiento, el hipotético consejero en la sombra. "A partir de ahora vamos a trabajar como alternativa de gobierno, no como oposición", proclamó Martínez con esta iniciativa. Diez años después de aquella estructura, también aquí hay un hecho llamativo. De la fotografía ha desaparecido su principal protagonista: la propia Martínez. La actual alcaldesa de Cádiz se quemó a la sombra de Arenas.

Isabel Pedrote tiró hace unos meses de hemeroteca y escribió en este periódico un reportaje que ilustraba la sensación de déjà vu que produce la estrategia del líder del PP andaluz, muchas de cuyas actuales iniciativas están clonadas de sus propuestas de los años noventa. Por eso llama la atención que, un mes después de que la encuesta del IESA revelase que el PP está un punto y medio por encima del PSOE en intención de voto, Arenas no haya sacado todavía al sol lo que sería ya el tercer gobierno en la sombra de su partido.

Se aprende de los aciertos, pero no de los errores. Lo demostró un estudio neurológico con monos que realizaron unos científicos americanos. Las células del cerebro implicadas en la memoria y el aprendizaje tienen una respuesta más atinada cuando el individuo tiene un acierto que cuando comete un error, en cuyo caso no hay cambios en el cerebro y por lo tanto no mejora su comportamiento.

Reconforta conocer que existe un estudio que demuestra lo que uno siempre ha intuido, que existe una explicación neurológica profunda para algo tan común en los seres humanos: su insistencia en tropezar una y otra vez en la misma piedra. Arenas lleva media vida en Andalucía cometiendo errores de bulto, pero no termina de aprender. En 1996, el líder del PP llegó a ser el político más valorado en la comunidad autónoma. Fue en una encuesta que daba además la victoria a su partido. Las prisas de Arenas por ganar fue su perdición. La denominada legislatura de la pinza acabó en un adelanto electoral. Y el adelanto llevó a una nueva victoria del PSOE, que logró una legislatura cómoda con el apoyo del PA.

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La situación actual es distinta. Y lo es por muchas razones, aunque hay una esencial: el tiempo. Han pasado 15 años, lo que equivale a tres décadas de gobiernos del PSOE sin interrupción. Arenas corre el riesgo de caer en el mismo error. Esa sensación que trasladó en la legislatura de la pinza: cuánto peor vaya todo, mejor para él y su partido. Arenas debería saber que, de no alcanzar esta próxima vez la presidencia de la Junta, de la foto de un nuevo gobierno en la sombra el llamado a desaparecer es él. O sea, Arenas quemado a la sombra de Arenas.

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