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La milla verde del 'glamour'

Anoche en los 'goya' se vio de todo, desde la tendencia en estado puro a lo más clásico

Ha sido la ceremonia del cambio. Un primer intento, de cara al 25 aniversario de la Academia, de conseguir que los premios Goya pierdan la inocencia e inicien el tránsito de la gala celtibérica al espectáculo hollywoodiense con vocación global. Este es el primer año que se va a entregar el Maja de los Goya: una paloma de oro y diamantes cifrada en 25.000 euros con la que la joyería Carrera y Carrera reconocerá a "la figura femenina más relevante -estilosa se entiende- de los premios del cine español" cuentan desde la firma. Será el próximo día 25 en la sede de la Academia.

Pero el glamour nunca sobrevive a lo doméstico. Y en un país donde los códigos de la elegancia siempre se han regido por estos tres principios: el moño, el chal y el volante, no es tan fácil licuar algunos coágulos. A alfombra verde de los Goya todavía sigue siendo una especie de milla verde para el glamour, pero menos. ¿Pueden el humor, las sorpresas y los efectos especiales conjugarse con éste sin aniquilarlo?

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A grandes noches, grandes ausentes y grandes misterios. El principal: cómo sería el vestido de la novia de España. A las nueve y media, Penélope Cruz, que hasta horas antes del evento dudaba entre tres modelos, llegaba con un traje vintage de Gianni Versace (original del diseñador, no creado por Donatella, su sucesora). Respiro de alivio. Este año, el dedo índice colectivo, acusador y curtido en mil batallas, no podía señalarla por venir vestida igual que a los Globos de Oro.

Haciéndose eco de lo que esta temporada se ha visto sobre las pasarelas, el compromiso con la tendencia vino de la mano de los vestidos con en color beis con pliegues en caída libre que llevaron Silvia Abascal (Hanibal Laguna) o Barbara Goenaga (Ralph Lauren).

Una de las más celebradas fue Maribel Verdú, con un traje de tul negro y azul marino de Nina Ricci. No fue el caso de Belén Rueda y su chispeante vestido color champagne de Carolina Herrera N.Y. Lola Dueñas y su Alberta Ferreti se quedaron en un discreto segundo plano. La ministra González Sinde, como Diana Palazón fue una de las pocas que se decantó por el aire de intelectualidad que dan los vestidos-origami de Amaya Arzuaga, más cercanos a lo conceptual.

Las osadías estéticas como la de Oscar Jaenada no fueron la nota dominante. Él optó por combinar una americana color rosa palo con un sombrero borsalino regalo de su madre. Uniformando la masculinidad se impuso el esmoquin de corte italiano. Aunque admitiendo la personalización. Si la americana de Moschino que llevaba Eduardo Noriega tenía las solapas de color blanco, el cuello de Fernando Guillén Cuervo se ocultaba bajo una pashmina morada. "Tenía mis dudas pero el estilista me ha convencido. Dice que me da un aire a lo Jude Law" fue su comentario. Alejandro Amenábar y Daniel Sánchez Arévalo fueron con total look de Dsquared2 (en cristiano: vestidos de la cabeza a los pies) de esta marca.

A este lado de la pantalla, moda y cine se cortejan, pero sin llegar a consumar. Es época de Carnaval y doña Cuaresma siempre vence a Don Carnal. Anoche ya lo hizo. Ganó la dictadura de la corrección. Será porque en el cine, el glamour siempre se queda precisamente ahí, en el propio cine.

La actriz, nominada este año en los Oscar por su papel en 'Los abrazos rotos', trajo la esencia de Hollywood a la gala de los Goya con un modelo 'vintage' diseñado por Gianni Versace.
La actriz, nominada este año en los Oscar por su papel en 'Los abrazos rotos', trajo la esencia de Hollywood a la gala de los Goya con un modelo 'vintage' diseñado por Gianni Versace.REUTERS

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