Reivindicar a Garzón
Muchos españoles de a pie estamos asistiendo entre perplejos e incrédulos a la inexorable defenestración del juez Garzón, a manos de un colega que maneja tecnicismos, pero cuyos argumentos y conclusiones repugnan a la razón de muchos ciudadanos críticos.
Por si la justicia española no estuviera necesitada de un mínimo prestigio entre la población, ahora observamos, impotentes, cómo sus principales representantes se limitan a aceptar esta situación o a callar mientras se produce este linchamiento.
Tienen que venir juristas internacionales de prestigio a prestar su apoyo a un juez que cuenta con la admiración de medio mundo por su capacidad y honestidad a la hora de perseguir delitos, sin detenerse ante nadie por razones ideológicas.
Que sepa Garzón que muchas personas, dentro y fuera del país, estamos dispuestos a apoyarle frente a este ataque injusto que le llega desde su propio gremio, que bastante desprestigiado está ya entre los ciudadanos de este país, y en el que este juez constituye una honrosa excepción.- Rafael Jiménez. Tomares, Sevilla.
No importa que haya sido el juez español que ha trabajado más y mejor contra el terrorismo, que tenga un gran prestigio internacional, que haya abierto causas contra dictadores latinoamericanos -¿fue tal vez por eso por lo que ciertos sectores de este país empezaron a odiarle?-; lo que ahora importa es que se ha atrevido a tramitar la investigación sobre los crímenes del franquismo.
El Poder Judicial ha iniciado los movimientos para, con toda urgencia, apartarle de la carrera judicial. Y por ahí siguen impunes otros jueces, como aquel que se negó a procesar a un político, después de que, con una desvergüenza asombrosa, le declarara públicamente su amistad.
Este ritmo que el Poder Judicial se gasta con Garzón no tiene nada que ver con un montón de causas pendientes como la trama Gürtel, con un buen puñado de políticos de la derecha en el escaparate.
El juez Garzón ha movido los cimientos de ese nacionalcatolicismo, patrocinador esencial de la dictadura que hemos sufrido durante 40 años. La firmeza de esos cimientos quedaría probada si el juez es apartado de sus funciones.
Ahora que está tan de moda hablar de crisis económica, tendríamos motivos para hacerlo de crisis política y democrática. No estaría de más hacer una consulta popular para saber si es éste el Poder Judicial que queremos.
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