Año 2011: odisea municipal
El próximo año habrá elecciones municipales. Las corporaciones municipales y los grupos que las sustentan se afanarán en conseguir los mejores resultados. Y la batalla de los discursos será especialmente enconada por la extraordinaria situación financiera de los municipios. ¿Qué cabe esperar en este sentido?
Los ingresos tributarios de los ayuntamientos dependen sobremanera de lo inmobiliario. Con una construcción residencial que tardará en reactivarse y la finalización en el año en curso de la mayoría de los proyectos en obra, el crecimiento de recursos por esta vía pasa por un incremento de tipos en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) y las incorporaciones al catastro antes de fin de 2010. Es verdad que en la mayoría de los municipios gallegos los tipos impositivos son muy bajos en perspectiva española y que existe margen objetivo para subirlos. Pero es difícil que ese margen se explote en año electora. Al menos de forma unilateral.
En los ayuntamientos se deben alcanzar pactos que permitan ajustes en el gasto y subidas impositivas
Las transferencias procedentes de otros niveles de gobierno van a quedar prácticamente estancadas, en el mejor de los escenarios. Las dotaciones extraordinarias a los planes de obras municipales siguen una tendencia decreciente y es incluso posible que para 2011 se acabe retirando estas medidas, a fin de reequilibrar las cuentas de las administraciones públicas en el horizonte de 2013. Es verdad que queda pendiente la reforma de la financiación municipal a escala estatal, pero la negociación va muy lenta y el gobierno central no va a repetir lo ocurrido con la financiación autonómica. El incremento global de fondos va ser más bien reducido.
A las quejas de los municipios de falta de suficiencia financiera y sobrecarga por el ejercicio de competencias impropias, se les responderá que parte de esa sobrecarga es decisión autónoma de los ayuntamientos y que otra parte debe ser reclamada a las comunidades autónomas, titulares de las competencias correspondientes. El problema para los ayuntamientos gallegos en este caso es que la Xunta de Galicia es una de las administraciones autonómicas que más recursos transfiere a los ayuntamientos en España y que al igual que las demás, lo tiene difícil para cuadrar sus propias cuentas.
En cuanto a la deuda y los recortes del gasto, las dificultades son evidentes. En el primer caso, los márgenes legales para los municipios son estrechos. Y en el segundo, los ayuntamientos van a llegar exhaustos tras los esfuerzos de contención de gasto de 2009 y 2010.
En conjunto, el escenario es más que sombrío para 2011. A mi juicio, peor incluso que el de 2010, por el agotamiento financiero acumulado. ¿Qué hacer? Una posible solución sería alcanzar pactos municipales que permitirán llevar adelante ajustes adicionales en el lado del gasto y subidas impositivas incentivas desde la Xunta: habida cuenta del problema de infratributación municipal que tenemos en Galicia, el esfuerzo fiscal debería ser una variable clave en el reparto de las transferencias hasta que nos normalizáramos. No obstante, a nadie se le escapa la dificultad de este tipo de acuerdos; sobre todo en año electoral.
En segundo lugar, los municipios más pequeños que revienten financieramente y deban ser rescatados de forma más o menos explícita deberían ser conducidos hacia procesos de fusión o compartición de servicios para aprovecharse de las economías de escala que reducen costes. Aprovechemos la crisis para racionalizar el mapa municipal.
En tercer lugar y a la espera de decidir el futuro de las diputaciones, es un buen momento para reivindicarse en su papel de apoyo a los municipios. Lógicamente, también ellas están sufriendo el recorte de ingresos. Pero probablemente esta crisis ayude a evidenciar la diferencia entre unas y otras. Entre aquellas atrapadas por culturas organizativas clientelares y las que se han ido adaptando para cumplir con su función genuina. Entre lo que hace alguna diputación gallega con la excelente labor que desempeña la Diputación de Barcelona, por ejemplo.
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