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AL CIERRE
Columna
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Fundido en negro

Joan Subirats

En un discurso meditado, escrito y que pretendía presentar una visión global sobre la situación económica, social y política de Cataluña, Ernest Maragall, al llegar a las conclusiones, lanzó una potente andanada contra la posible continuidad del Gobierno del que forma parte. Considera lamentable que la ciudadanía catalana, ante el cansancio generado por el "artefacto inestable" (como calificó a los gobiernos surgidos de los sucesivos Pactos del Tinell y de Entesa), se decante por fragmentar sus opciones de voto. Para él, la mejor opción sería el "retorno inteligente a las fuerzas centrales y mayoritarias", las únicas que pueden dar estabilidad política a Cataluña. Hemos de agradecer a Maragall su sinceridad y consistencia. Tal como ya hizo cuando tuvo que pactar la ley de educación, parece preferir un gran pacto entre convergentes y socialistas que cualquier otra opción. Así, insinúa, se podría gobernar tranquilamente y realizar las reformas y cambios que "la inteligencia" reclama y que ahora la política complica.

Van ganando adeptos, en plena efervescencia electoral, las opciones simplificadoras de la política, disfrazadas del mantra "gobierno fuerte". Lo mejor: gobernar solos. Como second best, que gobiernen juntos "las fuerzas centrales" del país. Un gobierno de coalición de socialistas y convergentes tendría la ventaja de contar con un gran respaldo parlamentario, y las manos libres para hacer y deshacer, y aplicar lo que, para los que representan a los grandes intereses, son simplemente decisiones "de sentido común", decisiones que hoy están bloqueadas por fuerzas políticas que se obstinan en lo que se califica como debates políticos estériles. O sea, reforcemos la política institucional, eliminando la política. La gran coalición CiU-PSC implica eliminar la principal fuente de confrontación ideológica del país. Cualquier análisis electoral serio confirma que no hay dos partidos más socialmente enfrentados en Cataluña que CiU y PSC. No es, pues, extraño que su unión en un hipotético gobierno de la Generalitat represente hoy la opción técnico-empresarial preferida por aquellos que sólo ven como molestos compañeros de viaje a los que se empeñan en debatir sobre valores y discutir de política. Maragall ha hecho un fundido en negro del actual Gobierno de izquierdas en Cataluña. Y ha contribuido a hacer más difícil cualquier solución en encadenado.

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