"Ser el centro de atención mundial no tiene precio"

Cientos de personas acudieron ayer al puerto de Valencia, donde debía arrancar la 33ª edición de la Copa del América a las 10.00 de la mañana. Los hubo que madrugaron de lo lindo para despedir a los tripulantes en sus respectivas bases. El equipo Alinghi partió a las 6.30. El Oracle lo hizo poco después, al ritmo de Bob Marley. Pero el viento no acompañaba. La prueba se retrasó varias horas hasta que unos minutos antes de las dos de la tarde el Comité de Regatas confirmó que quedaba aplazada hasta el miércoles porque hoy es jornada de descanso.

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, apostada desde bien temprano en el edificio Veles e Vents, centro neurálgico de la actividad, se confesaba feliz porque la señal de televisión llevaba la regata, o la no regata, a un montón de países: "Hay una treintena de cadenas de todo el mundo con conexiones en directo. Además, 400 cadenas han pedido los servicios para las noticias". Y se preguntó cuánto vale ser el centro de atención mundial: "Esto difícil pagarlo. ¿Cómo se puede cuantificar? Es imposible saber cuánto vale". La primera edil dijo se mostró satisfecha con la respuesta de los valencianos, que el domingo abarrotaron el puerto. "Hay una identidad absoluta entre los valencianos y estos acontecimientos: se vuelcan con la fórmula 1, se vuelcan con la vela..." A pesar, puntualizó, de que existen agoreros que hablaban de insatisfacción entre los ciudadanos.

Con todo, Barberá, reconoció el difícil atractivo de esta edición (sólo hay dos barcos y sólo puede seguirse por televisión). ¿Ha invitado a personalidades? "¿Para qué voy a invitar a nadie, para que se pasen la mañana mirando una pantalla?". ¿Va a salir al agua a ver la prueba? "Si los que han salido están a cinco millas de la costa, sin poder ver los barcos y muertos de frío...", contestó.