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Los carteles de Colombia abandonan los envíos de cocaína por Galicia

Incautaciones, arrestos y fallos logísticos merman el gran tráfico de droga

El gran tráfico de cocaína atraviesa una profunda crisis. Desde hace un año, la entrada de cargamentos en las costas de Galicia comenzó un descenso paulatino hasta quedar prácticamente el negocio en dique seco. Son consecuencias de la incautación masiva, por parte de la policía, de todo tipo de embarcaciones de última generación y del ingreso en prisión de los más importantes capos del transporte.

Pero, sobre todo, la causa de este parón en los envíos de cocaína de ultramar se debe a que los traficantes gallegos ya no gozan de la confianza de los carteles colombianos, que cortaron el suministro por las rías. Según fuentes policiales, las organizaciones suramericanas no quieren asumir más pérdidas en cargamentos y culpan a sus socios de haber fallado uno tras otro en la logística de los desembarcos.

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Es evidente que las organizaciones han perdido una batalla en su empeño por regresar con las planeadoras a las rías, como en los mejores tiempos de la década de los noventa y del contrabando de tabaco. Después de tres años de continuas descargas, la respuesta policial ha sido contundente y aún no se han recuperado.

En términos económicos, estas pérdidas por la incautación de alijos han sido enormes. Sólo en 2009 se cifran en 430 millones de euros y en más de 1.000 millones desde 2007. A esta negativa cuenta de resultados hay que añadir el desgaste que han sufrido las organizaciones, con cinco de los grandes capos en prisión.

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Ahora, los carteles suramericanos están utilizando otros métodos más seguros, como el tráfico de contenedores, los veleros de recreo o el transporte aéreo para enviar los cargamentos a la Península, aunque los alijos sean cuantitativamente mucho menores. "Ellos quieren asegurar los envíos y estos momentos -y ya han pasado diez meses- son delicados para los gallegos, no sólo debido a la presión policial sino también porque no cuentan con medios marítimos para que los colombianos vuelvan a confiar en ellos", señala un experto en la lucha antidroga.

En las rías, el traficante de cocaína no ha tenido más remedio que emigrar. La policía ya había detectado desde mediados del pasado año el éxodo de lancheros al sur. Unos para traer las planeadoras hasta Galicia y hacer algún porte esporádico de cocaína, y otros para dedicarse de lleno al negocio del hachís, aunque también están operando en Portugal, donde recientemente se han producido algunos arrestos.

De hecho, no fue casualidad la sonada detención de dos conocidos transportistas gallegos en aguas del Estrecho, en diciembre pasado, que derivó en un incidente diplomático entre España y Gibraltar. "Es una prueba inequívoca de que esta gente no pierde el tiempo y que se están buscando la vida con el hachís", comenta un responsable policial.

Pero, últimamente, las investigaciones constatan algunos síntomas de recuperación y algunas bandas han contactado con astilleros del sur y el levante para construir lanchas. "Su intención es recuperarse y volver a trabajar con los colombianos. Y es probable que no tarden mucho tiempo en hacerlo, aunque vuelvan más precavidos".

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