Cartas liliputienses
Hay un género literario que con esto de la globalización se está perdiendo y es el de los comentarios, entre satíricos y sorprendidos, de un viajero extranjero sobre las costumbres de un determinado país. Ya sé, ya, que cada vez se escriben más reportajes periodísticos sobre las culturas ajenas. Pero no me estoy refiriendo aquí a textos como los de Javier Reverte, sino a un planteamiento propio del racionalismo de la Ilustración, aquel que subyace a las Lettres persanes de Montesquieu o a las Cartas marruecas de Cadalso, en las que un extranjero de visita en un país escribe a un compatriota comentándole las rarezas de lo que ve. ¿Qué diría alguien así -digamos el rey liliputiense- que se hubiese colado el pasado jueves en la Lonja de Valencia para asistir al acto de entrega de los premios Jaume I en una carta a Lilipina, su mujer?:
"Mi querida y regia esposa: El otro día tuve una prueba más de que esta gente está loca. Resulta que organizaron un sarao tremendo para entregar unos premios a la investigación científica a personas beneméritas, que sin duda los merecían, pero a las que no les va todo ese montaje. No se entiende que quien concede los premios destaque precisamente por su falta de apoyo a la investigación y a las universidades. En nuestro país el premio al mejor alfarero joven lo concede el gremio de alfareros, sería ridículo que lo hiciese el de taberneros. Tampoco comprendo que el jurado de los premios lo integren no sé cuántos premios Nobel, gente que evidentemente ponen de adorno para darle apariencia de seriedad. Han cerrado la Lonja durante tres días y luego dicen que apuestan por el turismo (curioso término el de "apostar": que yo sepa, se refiere a los juegos de azar, así que todos estos políticos que se pasan la vida apostando dan más mala espina que otra cosa). Hubo bofetadas para salir en las fotos y, naturalmente, se trajeron a los príncipes. Aquí si no hay príncipes, la fiesta no vale nada: el domingo tengo una primera comunión y dicen que también vendrán. A lo mejor es que tienen envidia de Oviedo, donde celebran un festejo muy parecido, pero con el nombre de los príncipes de Asturias. Me preguntabas en tu última carta si esas cosas tan raras son exclusivas de Valencia. No lo creo. Es verdad que el acto del jueves me recordaba a la exaltación de la fallera mayor, pero los españoles son todos así. Por ejemplo, hace mes y medio presentaron en Madrid, bajo la presidencia del rey, mi colega, una gramática -has oído bien, un libro sobre el subjuntivo y todo eso- en un acto al que asistieron varios ministros, un montón de embajadores, más de quinientas personas y en el que hubo gente que hacía como que lloraba de emoción (a lo mejor habían recibido lecciones de la fallera mayor). Que sigas bien y hasta la próxima. Un beso: Lilipíno".
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