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Tentaciones
EN PORTADA

Cómo ser Ryan McGinness

Quizá el nombre no les resulte familiar, pero sus intrincados arabescos de símbolos, iconos, marcas e imágenes corporativas le han convertido en uno de los creadores más impunemente copiados del arte contemporáneo. Tiene, pues, todo el sentido del mundo —y un buen porcentaje de mala intención— que el centro cultural madrileño La Casa Encendida haya lanzado la convocatoria "Se buscan Ryan McGinness" como gran golpe de efecto publicitario para la exposición Estudio Franquicia que, desde ayer y hasta el próximo 4 de abril, ofrece privilegiado acceso al proceso creativo de este heredero de Warhol educado en las pistas de monopatín.

Se han recibido más de 180 candidaturas para formar parte del selecto grupo de émulos de Ryan McGinness que acompañarán al artista en la réplica de su estudio neoyorquino que ocupa una de las salas del centro cultural. El trabajo artístico que, durante un mes, este equipo producirá bajo la batuta del propio artista irá ocupando las paredes de una sala adyacente. Una retrospectiva de su obra, en otra parte del edificio, completa la ambiciosa propuesta, que plantea pertinentes preguntas sobre la pervivencia de los postulados del pop y la transformación del artista en marca.

"Está claro que todo artista puede trabajar dentro o fuera del sistema: yo he elegido combatir fuego con fuego"

La primera pregunta para este artista, que habla en voz baja y desgrana sus lúcidas reflexiones sin asomo de impostura, es inevitable: ¿Qué requisitos necesita cualquiera para convertirse en un Ryan McGinness? "En un sentido muy superficial, que, de hecho, es el único con el que podemos contar para seguir adelante, tenemos una serie de variables que pueden ser aplicadas: siempre llevo camisas blancas y pantalones negros y he moldeado mi pelo de forma que se pueda duplicar fácilmente en forma de pelucas. Hay, pues, un disfraz, que es la solución fácil para convertirse en alguien. Pero hay otro nivel más sustancial: la exposición espera subrayar, así, conceptos y aproximaciones artísticas que logren que todo esto funcione", explica el artista en el espacio que pronto va a estar poblado de versiones de sí mismo. Un grupo de falsos clones (y, a la vez, alumnos de su heterodoxo taller) coordinados para que su proceso creativo se haga claro y transparente: intuición artística y precisa ejecución técnica se combinarán para culminar en sus densos jeroglíficos para la era de la saturación informativa.

Breve historia del pop

En el principio, fue Andy Warhol, que transformó la percepción del arte contemporáneo al subrayar su condición de producto de consumo facturado en serie. Bajo su influjo, algunos creadores como Mark Kostabi —que nunca le daba al pincel, pero (entre el eco renacentista y la jeta) tenía un estudio de currantes que lo hacían en su nombre—, Jeff

Koons —que elevó su liaison con la estrella del cine porno Cicciolina en tema para una megaporcelana Lladró— o Damien Hirst —el de los tiburones formolizados y las calaveras enjoyadas— otorgaron autoridad al refranero español: Andy les había tendido la mano y ellos se tomaron todo el brazo (quizá para subastarlo al mejor postor).

Según el sensato McGinness, "el concepto warholiano de la Factory tenía que ver, en su origen, con una declaración irónica y sarcástica sobre el estado del arte. Esto ha evolucionado y los artistas han acabado por tomarse la idea demasiado en serio. Necesito reaccionar contra esta seriedad para volver al origen".

Otro significativo gesto warholiano fue el que realizó Takashi Murakami en ocasión de su retrospectiva de 2008 en el Museo de Brooklyn: colocar en pleno centro de la exposición una tienda de Louis Vuitton que vendía a precios de upper class bolsos con diseños del artista. McGinness también le afea la conducta: "Hacer un gesto de este tipo, que ayuda a productos o marcas comerciales ya existentes, no tiene ningún sentido. Soy bastante crítico con este tipo de actitudes. Me gustaría ver cómo los artistas crean sus propias marcas para competir con las marcas del mercado. De lo contrario, no hay margen para formular ningún discurso crítico. Está claro que todo artista puede trabajar dentro o fuera del sistema: yo he elegido combatir fuego con fuego".

La filosofía del 'skater'

Entre otras estrategias, McGinnes ha logrado abrirse paso en la jungla del consumo con sus propias armas mediante la customización de tablas de skate con sus pinturas y diseños. Fue, precisamente, esa subcultura de acróbatas del asfalto el caldo de cultivo que le permitió construir su discurso: "Cuando practicas skate en la calle, puedes hablar de un proceso creativo: estás reinterpretando tu entorno para tus propósitos lúdicos. En los setenta y primeros ochenta no había tantos parques diseñados para el skate y por eso se practicaba mucho más en la calle: se desarrollaron estilos que fueron evolucionando y desarrollándose de una manera muy orgánica. Era una actividad individual, no grupal, y se convertía en algo muy creativo".

Una incongruente pista de monopatín ocupó el centro del estudio de McGinness en Manhattan como elemento de atrezo en una de las fiestas temáticas que forman parte de su proyecto 50 Parties: en suma, una serie de fiestas semanales que, en el curso de un año, introducirán una ruptura lúdica en su espacio de trabajo: "Vamos por la fiesta número 30. Hicimos una dedicada a Sexo, drogas y rock and roll, que fue seguida por otra dedicada a la desintoxicación. A veces, la fiesta ha consistido en la proyección de una película. En otra ocasión, convertimos el estudio en un casino". Esteta de la explosión de signos, equilibrista de formas y colores que integra lo perturbador en sus barrocas composiciones, McGinness, un tanto contrariado por las insistentes copias de su estilo, tiene 30 días para aleccionar a su propio ejército de dobles. La experiencia que atesorará cada uno de ellos es, de momento, una de esas cosas que nadie podrá comprar con dinero.

www.sebuscanryanmcginness.com www.lacasaencendida.es

<b>Las mil caras de Ryan McGinness </b>
Las mil caras de Ryan McGinness PEDRO WALTER
<b>Ryan McGinness con una peluca que ayudaría a sus falsos clones a imitar el peinado habitual del artista.</b>
Ryan McGinness con una peluca que ayudaría a sus falsos clones a imitar el peinado habitual del artista.
<b><i>Rainbow McTwist</i> (2007), 12 monopatines grabados con láser y pintados. </b>
Rainbow McTwist (2007), 12 monopatines grabados con láser y pintados.
<b><i>The lazy logic of Ignava Ratio</i> (2009), acrílico sobre lienzo</b>
The lazy logic of Ignava Ratio (2009), acrílico sobre lienzo

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